"Con Balenciaga, Rabanne y Ágatha traje glamour a Burgos"

G. ARCE
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No presiden, no representan, no quieren foco... Pero son parte esencial de esta ciudad. La crónica de Burgos se escribe en las vidas de quienes ayudaron a construirla. María José González es una de esas mujeres y esta es (parte de) su historia

María Jesús González reside desde hace un lustro en su ciudad natal, Valladolid, aunque no ha olvidado los años pasados en Burgos y sigue muy de cerca la evolución de su comercio. - Foto: Wellington Dos Santos Pereira

*Este artículo se publicó en la edición impresa de Diario de Burgos el pasado 21 de septiembre. 

El comercio es lo suyo, lo lleva en la sangre y no lo esconde. Es nieta e hija de una familia de vendedores y reparadores de calzado cuyos orígenes son anteriores a la Guerra Civil y que llegó a gestionar durante los años 80 la mayor cadena de establecimientos de calzado de España, con una veintena de tiendas repartidas entre Castilla y León y Asturias. Circunstancias familiares, empresariales y casualidades de la vida, a principios de los 90, esta vallisoletana de rompe y rasga desembarca con 25 años en Burgos, una ciudad que no conoce para nada y que marcará su vida para siempre. Acude a la llamada de Levi’s, la famosa marca de ropa vaquera quiere que María José González monte una tienda en la ciudad del Arlanzón con el mismo éxito que la que regentó en Valladolid.

Abre su negocio en la antigua calle Conde de Jordana, hoy Gran Teatro, y, aunque no conoce a nadie, pronto dejará de ser una extraña. Impulsa una campaña de promoción de los vaqueros con fiestas de espuma en la vecina discoteca Pentágono, en La Pécora y en varios pubs de Las Bernardas. "Alquilamos un globo aerostático en el que surqué el cielo con el locutor Jesús García Bueno [hoy en Radio Evolución], que retransmitió en directo el vuelo hasta que se mareó, se sentó en la cesta y yo tuve que coger el micro para seguir con el relato para la Cope", recuerda entre risas.

Esta fue la primera. También patrocinó el espectáculo de los Globetrotters, los famosos malabaristas del baloncesto. La tienda se llenó de gente y se dio a conocer con la venta de las entradas.

Por aquel entonces entra en la Federación de Empresarios de Comercio (FEC), presidida por José María Giménez Romo y con sede en la plaza de la Libertad. Después accede a la presidencia de Acotex, la Asociación del Comercio Textil, y de ahí da el salto a la Cámara de Comercio. En la sede de la calle San Carlos preside la comisión de Comercio y, por extensión, ocupa la vicepresidencia en la comisión nacional del ramo. Se siente muy orgullosa de ser la primera mujer que accede al comité ejecutivo de la institución bajo el mandato de Antonio Méndez Pozo, de quien destaca que siempre tuvo un ‘sí’ y el mayor apoyo posible para desarrollar iniciativas que contribuyesen a mejorar el comercio burgalés.

Entre tienda, FEC y Cámara, el tiempo que le restaba lo dedicó a la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE). "Hicimos un congreso nacional con 400 participantes... Recuerdo que una noche acabamos todos en el Quinta Avenida en una pedazo de fiesta inolvidable...".

"Viví una época en la que, con buenos proyectos, se podía conseguir dinero para llevarlos a cabo; ahora hay buenos proyectos, pero no hay dinero...", recuerda de sus primeros tiempos en la Cámara representando al comercio junto a Manuel Herrero, comerciante de la avenida del Cid. "Logramos un buen feeling entre Cámara y FEC y también con el Ayuntamiento, con el que firmamos el primer convenio para apoyar al comercio local, acuerdo que aún sigue vigente".

Bajo su dirección se desarrolló, entre otras, la campaña publicitaria en la que se ‘introdujo’ la estatua del Cid dentro de una gigantesca bolsa de la compra y se creó una cuenta en un nuevo sitio en internet al que llamaban Facebook que sigue en pleno funcionamiento.

González conoció bien -porque lo vivió- el proceso de creación y construcción del centro comercial Camino de la Plata, el que sería y es sede de la FEC. Siempre mostró una especial atención a la gigantesca sala de exposiciones ubicada en la planta baja y que entonces gestionaba Fernando Gómez [el que fuera concejal de Cultura] organizando exposiciones temporales con diferentes pintores.

Quiso la presidenta de Acotex arrimar el ascua a su sardina y se sirvió para ello del gremio de las merceras, promoviendo la exposición anual de manualidades, "lo que a la postre provocaban la compra de productos en las mercerías". Las visitas a estas citas se contaban por miles de personas...

Las merceras, de las que solo habla con cariño, fueron también protagonistas de una misión comercial -nada más y nada menos- que a Las Vegas, la ciudad de los casinos, donde participaron en la mayor feria de mercería del mundo. "No me lo perdí. Muchas eran mujeres que no habían salido de España en su vida y que se dieron cuenta que su pequeño negocio no se resumía a sus cuatro paredes sino que podía crecer y renovarse".

Moda. La primera experiencia con las merceras también le abrió a María José un horizonte muchísimo más ambicioso: las exposiciones dedicadas a los diseñadores Balenciaga (celebrada en 1999), Paco Rabanne (2001) y Ágatha Ruiz de la Prada (2006), que supusieron las citas con mayor glamour e impacto mediático de las celebradas en Burgos en décadas. "Lo tuve muy claro: o picaba muy alto y lograba repercusión, o no había patrocinio que valga para hacer algo".

Con esta filosofía se puso en contacto con la Fundación Balenciaga en Guetaria, donde nació el singular modisto de alta costura, y con el alcalde la localidad, entonces el peneuvista Mariano Camio. "Me miraban como si estaba loca cuando les propuse hacer una exposición que nunca se había hecho en España sobre el modisto más importante que ha tenido este país". De hecho, con el dinero que le pidieron para ceder los trajes a Burgos -"aquí nada es gratis"- se puso la primera piedra del Museo Cristóbal Balenciaga, uno de los grandes atractivos turísticos de la localidad guipuzcoana.

Y no fue solo una ‘locura’ de exposición sino que, mientras se contemplaban las creaciones del mítico diseñador de alta costura, Burgos fue sede del primer (y único) Congreso Internacional del Textil. El evento se organizó, en principio, para captar dinero europeo para la muestra, pero finalmente se convirtió en un lugar de reunión de incrédulos diseñadores de moda venidos de todos los rincones. Entre los asistentes se recuerda a los italianos de Corneliani, a Enrique Loewe, a Javier Larrainzar, a Elio Berhanyer o a Miguel Palacio y Fernando de Munis... Y, mientras tanto, por los salones de la FEC desfilaron personajes ilustres como la condesa de Llanzol o Beatriz de Orleans, entre muchos otros, para contemplar las creaciones que un día vistieron y que estaban guardadas en un cajón en Guetaria.

"Todos ponían en duda que Burgos pudiese montar una exposición de Balenciaga, pero todos alucinaron con el montaje que vieron. Recuerdo ver a Elio Berhanyer llorar ante los vestidos que hizo su maestro...". Y no fue el único, González se cuidó incluso de que algunas de las primeras modistas que trabajaron en París con el diseñador vasco acudiesen a la cita. "A una, muy mayor ya y sin idea de español, la perdimos en el aeropuerto de Madrid y la encontramos horas después viendo el Museo del Prado. Ya en Burgos, por su cuenta y riesgo, se marchó a ver las telas del monasterio de Las Huelgas con la abadesa... Nos volvió locos".

Todas las administraciones, hasta el Ayuntamiento gobernado por Valentín Niño, colaboraron con el evento, que tuvo a Caja de Burgos como su gran financiador. "No pagamos ni un duro a nadie, aunque todos los invitados vinieron con todos los gastos pagados. Todo ello exigía mucho trabajo de preparación y coordinación. Trabajar con los diseñadores era una gozada; trabajar con los periodistas era horrible...", reconoce.

Nuevos horizontes. El éxito de Balenciaga le permite a María José González contactar con el periodista de moda Jesús Montes Fernández, un referente en el sector y hoy director del programa Flash Moda de TVE-1, al que le propone organizar la siguiente muestra en el Camino de la Plata, con la alfombra roja del homenaje al protagonista en el Teatro Principal. "Me hubiese encantado dedicar esa cita a Manuel Pertegaz, pero nos dijo que solo permitiría una exposición monográfica una vez muerto (creo que ya estaba pensando en hacer el traje de novia a la Reina Letizia)".

Surgió el nombre de Paco Rabanne, otro de los grandes, y se pusieron en contacto con la familia Puig, para quien trabajaba el modisto. Fue en 2001, unos años antes de la jubilación de mítico creador, lo que facilitó la realización del evento y la llegada de patrocinadores de altura como Freixenet, entre otros. "Ese año pasé mi cumpleaños con Rabanne, no se me olvidará nunca. Es una de las experiencias que más me han podido marcar. A diferencia de lo que pudiera parecer, es una persona muy cercana y frugal (no quería hospedarse en El Landa) y estaba realmente agradecido con el homenaje".

A la exposición también vino la flor y nata de la moda española, entre otros, Francis Montesinos, María Lafuente, Antonio Pernas o Jesús del Pozo, "que pensaba que su exposición iba a ser la siguiente, pero falleció y, además, este modisto no vendía lo suficiente, no era lo suficientemente mediático para conseguir patrocinios y dinero para dar la vuelta al mundo. Así son las cosas". "Burgos abrió el Telediario y estuvo presente en muchas televisiones internacionales gracias a Rabanne. También en la prensa especializada y los periódicos".

Ágatha. Ágatha Ruiz de la Prada fue la elegida para la tercera y a la postre última cita, en el 2006. "Estaba en su mejor momento y a ella se unía entonces su pareja, el periodista Pedro J. Ramírez, que también estaba en plena cresta de la ola". La diseñadora, que recordó este homenaje la pasada semana en el especial que le dedicó TVE, cumplía 25 años de carrera y la organización trajo a Burgos a 25 diseñadores de primer nivel como guiño al aniversario. "Es una mujer muy lista y preparada. Para ella, el papel y los números son básicos, lo que es raro en otros diseñadores. Vino a la ciudad durante un mes casi todas las semanas a preparar el evento".

La tercera exposición fue también un éxito y confirmó a Burgos en el mapa de la moda, pero fue la última. Literalmente, vino la crisis, se acabó el dinero para fastos, desapareció la caja de ahorros y más tarde se vendería la sala de exposiciones, donde hoy se ubican varios comercios de la galería del Alcampo.

A María José se le quedó en el cajón la muestra dedicada a Manu Fernández. "Me hubiese encantado llevar sus trajes por la calle en grandes urnas de cristal desde el MEH hasta la Casa del Cordón...".

Burgos. Aquello ya es historia. Hace un lustro dejó sus negocios en Burgos y regresó a Valladolid. "Veo que el comerciante está cada vez más preparado, pero el sector vive momentos muy complicados con internet. Estamos aburridos de que nos vengan a la tienda a hacer fotos de productos que luego buscan más barato en la web... Hoy solo vale ser distinto y original y cada vez es más complicado. Paseas por cualquier ciudad y solo ves locales vacíos. Internet nos da mucho pero pierdes el contacto con la gente y con la realidad que te rodea".

Esta comerciante recuerda que es fácil para los burgaleses olvidar que viven en una ciudad con unos polígonos "que ya los quisieran para sí muchísimas ciudades" y que tiene dinero "pero hay que saber cogerlo...". Le duele, en este sentido, el constatar la gran cantidad de burgaleses que van a comprar a Madrid los fines de semana.

"Burgos es una etapa cerrada, aunque que mantenga muy buenas relaciones. Echo mucho en falta su ubicación en el mapa, a hora y media de San Sebastián, hora y cuarto de Bilbao, lo mismo a La Rioja o Cantabria. La provincia es espectacular, a diferencia de Valladolid que es más aburrida, aunque la ciudad es apasionante...".

María José, dice, mira las cosas "de otra forma" desde su residencia en la capital del Pisuerga. "Mi principal proyecto y el más bonito ahora es estar lo más que pueda con mi padre Paco, de 96 años, y con mi madre, Josefa, de 85".