Un museo para cada espectador

ALMUDENA SANZ
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El CAB y el MEH cuentan con sendos departamentos de educación y didáctica que trabajan para convertirse en centros para todos los públicos y confían en las tecnologías y un contenido cercano para atraer a los visitantes tras la alerta sanitaria

El público escolar es uno de los perfiles con los que trabaja el equipo de Mediación Cultural del CAB, que busca hacer llegar a todos sus contenidos. - Foto: Álex Heras

Dice el refrán que siempre hay un roto para un descosido, igual que siempre hay un museo para un espectador. Los departamentos de educación y didáctica de estos centros trabajan para que cada visitante encuentre el suyo. El Museo de la Evolución Humana (MEH) y el Centro de Arte Caja de Burgos (CAB) cuentan con sendas secciones dedicadas a esta meta. La celebración del Día Internacional de los Museos este lunes es una buena excusa para encender los focos sobre ellos. ¿A qué se dedican habitualmente? ¿Cómo han afrontado su actividad durante el estado de alarma? ¿Qué papel deben interpretar en la vuelta a la llamada nueva normalidad? ¿Cómo seducirán de nuevo al público? El responsable de Didáctica y Dinamización del MEH, Rodrigo Alonso, y el director de Arte del CAB, Javier del Campo, despejan estos interrogantes. 

Antes
«El papel fundamental de los departamentos de Educación de cualquier museo consiste en adaptar todos los contenidos para los diferentes tipos de público, aunque muchas veces se asocie solo a los escolares, pero va más allá. Hay que tener en cuenta otros perfiles como el individual, el familiar, las personas con capacidades diversas, el científico, los arquitectos que se interesan por el edificio...», resume su responsable en el MEH, con un equipo de 14 personas.

El acercamiento a un público lo más universal posible sin etiquetas es el propósito del equipo de Mediación Cultural del CAB. 

El departamento de Didáctica del MEH adapta el discurso del centro del paseo Sierra de Atapuerca a cada colectivo, entre ellos las familias. El departamento de Didáctica del MEH adapta el discurso del centro del paseo Sierra de Atapuerca a cada colectivo, entre ellos las familias. - Foto: Marina Palacios

Javier del Campo observa que estos profesionales son los que desarrollan y ejecutan las necesidades, pautas y políticas que marca la dirección de Arte en cada propuesta expositiva. «Nosotros buscamos que cada proyecto pueda ayudarnos a afrontar una corriente, una idea, unos criterios de pensamiento, unas acciones sociales, unas problemáticas colectivas y cubrir un amplio espectro que nos acerque a un público lo más universal posible», anota. 

Atienden a tres pilares: escolares, con atención a todas las etapas educativas; colectivos con necesidades especiales; y público generalista. «Intentamos tender a la universalidad en el tratamiento del público, pero sin establecer categorías entre ellos. Los modelos de relación social han cambiado mucho y no nos parece prudente ser nosotros los que encapsulemos al público con arreglo a criterios cada vez más en desuso». 

En este sentido, apostilla Del Campo, el departamento de Mediación provee de materiales adaptados a un lenguaje lo más inclusivo posible, con una redacción sencilla y asequible a cualquier colectivo con independencia de sus necesidades (léase las hojas que hay en cada sala), y crea lo que llaman una mesa técnica, con documentación y dossier para los visitantes que buscan más información. 

Durante
Los museos cerraron sus puertas físicas el 14 de marzo y abrieron, con más devoción, las virtuales. Y, aunque con otro soporte, el objetivo ha sido el mismo: hacer que los visitantes encuentren en las plataformas digitales su espacio. 
«Desde el primer momento, investigamos en nuestros fondos aquellos elementos que podían ayudar a mantener vivas las exposiciones actuales y también a recordar las anteriores. Tuvimos claro que debíamos hacerlo de forma que ayudaran a la reflexión y a valorar la cultura y el arte. No quisimos caer en la vía lúdica, que se instaló en la difusión de la museología. Nosotros hicimos pequeñas reflexiones en torno a la cultura y a los temas que habían generado las propuestas que habíamos tenido en el centro sobre política, conflictos sociales, ecología...», se explaya Javier del Campo y aclara que en todo momento lo hicieron intentando «no saturar el estímulo» ante la avalancha de contenido en la red, lanzado desde todas las entidades. 

La presencia del MEH en internet también ha continuado con su línea de trabajo habitual. Se han realizado visitas guiadas para el público general y, desde este mes de mayo, cuenta con una programación online mensual, más reducida que la física, en la que se incluye un apartado de material didáctico para descarga de los alumnos de distintas etapas educativas. 

Los escolares son precisamente los destinatarios del material que está desarrollando el CAB con el fin de que los niños saquen los ojos de la pantalla. «Vamos a intentar proponerles que su retina, sus manos y su pensamiento recupere un entorno físico, de acción que debe seguir existiendo al margen de la virtualidad», avanza Del Campo.

Después
Tanto Alonso como Del Campo coinciden en la importancia de las tecnologías en la llamada nueva normalidad, pero insisten en que estas nunca podrán sustituir a la experiencia del directo. «Debemos recurrir a la innovación tecnológica, pero siendo muy conscientes de que no podemos hacerlo solo para estar a la moda», perfila el segundo y reitera la importancia de instar a la reflexión a través de esta herramienta. 

El director de Arte del CAB es consciente de que tras este parón los centros tendrán que atraer de nuevo a los espectadores. «Y si trabajamos solo con la tecnología solo lo haremos con el de internet», lamenta y advierte que una de las claves estará en dar respuesta a las inquietudes cotidianas y cercanas: «El público estaba en las salas. Esa necesidad se había creado. Sabemos que durante un tiempo no las podremos abrir con la generosidad que nos gustaría, pero sí podemos señalar contenidos más próximos a nuestro entorno, centrados en las preocupaciones de nuestro público y este volverá sin ningún problema, porque, en rigor, no se ha ido». 

Rodrigo Alonso comparte que las tecnologías marcarán el camino hasta el MEH, del que subraya su particularidad de museo científico. «Parece que el coronavirus ha parado todo, pero realmente no es así. Nuestro museo depende de la producción científica de unos yacimientos y durante este tiempo ha seguido. La ciencia es una rueda que no para de moverse». 

Y si la ciencia no cesa, tampoco su difusión obligando a continuar con la elaboración de la información, como el reciente hallazgo de proteína en un diente de Antecessor. «Debemos hacer que estas noticias calen en la ciudadanía y contarlo para que todos los públicos lo puedan entender», relata sabedor de que este material es una manera de despertar la curiosidad para una posterior visita presencial. 

«La posibilidad de estar en el sitio real tiene una carga emocional que ninguna pantalla va a cubrir. Estar mirando el Estrato Aurora de 800.000 años tiene una espectacularidad y un sensación única», subraya y admite que en esa nueva normalidad en un museo de ciencia no podía faltar algún tipo de contenido relacionado con la covid-19. Su equipo ya está trabajando en la investigación de otras pandemias a lo largo de la evolución humana. Aventuran que será una pregunta estrella en el futuro.