La empresa local arriesga y reactiva el trabajo presencial

G. ARCE
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Con el arranque del periodo vacacional, julio marcará el inicio de la desescalada en el teletrabajo en la economía local, aunque hay compañías que prefieren prevenir posibles contagios y bajas y citan a sus plantillas para principios de octubre

Caja Rural ha mantenido la atención presencial toda la pandemia. - Foto: Luis López Araico

"Siempre que sea posible, se fomentará la continuidad del teletrabajo para aquellos trabajadores que puedan realizar su actividad laboral a distancia". Así rezan las recomendaciones del Ministerio de Sanidad durante la fase 3, en la cual está inmersa Burgos. Pese a ellas, son cada vez más las empresas que están reincoroporando a sus trabajadores para que desarrollen su actividad presencialmente, dando por finalizados tres meses y medio de teletrabajo desde sus casas.

Para muchas, según informan desde FAE, la finalización del curso escolar, la llegada del mes de julio y el inicio de las vacaciones veraniegas marcan la vuelta a la normalidad en los centros de trabajo, especialmente entre el personal de administración y de gestión, el que más ha utilizado la fórmula del trabajo a distancia. "En la medida en que se garantiza la seguridad de las personas se busca la actividad presencial", explica Íñigo Llarena, vicesecretario de la patronal quien, no obstante, tiene previsto reunirse esta semana con responsables de recursos humanos para aclarar cuáles son los pasos más oportunos a dar en este sentido.

Salvo excepciones, la industria manufacturera -estratégica en Burgos- apuesta ya por la nueva normalidad tanto en mano de obra directa (producción) como en administración y gestión, eso sí, aplicando medidas de distanciamiento entre los puestos de trabajo, regulando el flujo de entrada y salida del personal e implantando pruebas serológicas de la covid-19 a sus trabajadores.

Pese a esta reincorporación paulatina, hay un conjunto de empresas -en el ámbito de las finanzas, los seguros, la comunicación o la prevención de riesgos, entre otros- que continúan operando con normalidad de forma telemática en los puestos que así lo permitan y que han optado por retrasar la presencia de sus plantillas, al menos, hasta primeros de octubre, una vez superado el verano y analizada con perspectiva la situación en la que se encuentra la expansión o recesión de la pandemia.

No hay un criterio único, explica Pablo Montero, de la firma de prevención laboral Prevencontrol y quizá el único que prima es la capacidad tecnológica de cada empresa, puesta a prueba con el confinamiento en los hogares. "Hay muchas que no pueden facilitar ordenadores a sus trabajadores, que tienen importantes problemas de conexión y que no están bien preparadas para el teletrabajo". A ellas les urge la normalidad.

Pero asumir la normalidad, como se ha visto hace unos días en Alemania (con un brote de al menos 650 infectados en una empresa cárnica), tiene sus riesgos. Es vital el tema del distanciamiento entre empleados y la higiene y el uso de los EPI, medidas de prevención que el empresario esta obligado aplicar y exigir por ley. "Todo lo que suponga contacto con personas es un riesgo", reflexiona Montero, y los daños colaterales en cuarentenas y bajas dentro de una plantilla pueden ser muy cuantiosos en lo personal y en lo económico, e incluso pueden poner en riesgo la viabilidad de la producción o la actividad de la empresa.

Pedro Saiz Parga, de G&M Prevención, insiste en el mismo sentido, la reincorporación exige máximas medidas de seguridad. "El nivel de contagio ha disminuido mucho y creo que la concienciación de los trabajadores es alta a la hora de la prevención".

Regulación. La vuelta al trabajo presencial coincide con la intención del Gobierno de regular el teletrabajo más allá que lo que determina un artículo 13 del Estatuto de los Trabajadores que, si bien sigue la línea marcada por Europa, apenas ha tenido reflejo en la negociación colectiva. En Burgos no hay referencias y, a nivel nacional, solo 47 de los 1.130 convenios colectivos suscritos en 2019 lo contemplan, afectando a 200.000 trabajadores de los 2,4 millones amparados por ellos ese año.

El trabajo a distancia, tal y como lo define el Estatuto, parte de un acuerdo formalizado por escrito (pactos o convenios que no se han hecho hasta la fecha) y debe garantizar retribuciones, derechos y protección en materia de seguridad y salud laboral del trabajador.

No se contemplan cuestiones que han surgido a raíz de la crisis sanitaria, como la convivencia del teletrabajo con la vida personal y familiar, la desconexión digital, la protección frente a los riesgos laborales en el hogar o los horarios de trabajo y de descanso. Tampoco hay que olvidar la compensación por los gastos directos e indirectos que supone el trabajo a distancia (conexión digital, equipos informáticos, facturas de consumos, etc.).

El futuro, puntualiza Montero, también vendrá determinado por el desarrollo de campos como la ergonomía y psicosociología, respondiendo a una búsqueda de un mayor rendimiento en el trabajo -en casa o en la empresa- a partir de unas mejores condiciones físicas y psicológicas del trabajador.

El Gobierno ha anunciado que negociará con los agentes sociales un texto del que nacerá un proyecto de ley que regulará el teletrabajo. Aún sin fechas concretas para conocer esta nueva regulación, los funcionarios de la Administración General del Estado podrán acogerse a 4 días de teletrabajo y uno presencial para cuidado de menores de 14 y personas dependientes. La resolución entrará en vigor desde que finalice el estado de alarma, hasta que se determine el fin de la crisis provocada por la covid-19.