El hermano del denunciante niega que vinieran con contrato

I.P.
-

Valentín L., cuñado a su vez de Cosmin L., que se sienta junto a José Antonio A.P. en el banquillo, reconoce que su familia vivía en la nave, pero no que les cerraran por la noche ni que les retuvieran el pasaporte

En primer término, José Antonio A.P., y al fondo Cosmin L. y la intérprete, durante la sesión del miércoles. - Foto: Luis López Araico

Valentín L., cuñado de Cosmin L., que junto a José Antonio A.P. se sienta en el banquillo de los acusados como presuntos autores de un delito de trafico de personas y otro contra los derechos de las personas, y hermano a su vez del denunciante en este caso -que responde al nombre de Petrulita-, fue ayer testigo clave de la defensa al negar que en el año 2015 él y su familia vinieran a Canicosa con el compromiso de un contrato bajo el brazo y con un salario fijo. Igualmente, negó que se les retuvieran los pasaportes una vez en la localidad, sino que cada uno se lo llevaba consigo o lo dejaba en la furgoneta por miedo a perderlo, y que Cosmin L. actuará como jefe que impusiera órdenes o coaccionara al resto de los temporeros.

Por el contrario, Valentín L., explicó que en 2015 llegaron en familia a Canicosa, en un furgoneta conducida por el propio Cosmin y que cada trabajador vendía lo que recolectaba y se quedaban con el dinero para sí mismo, «sin comisiones ni nada», aunque sí concretó que la comida la compraban todos juntos, «porque éramos familia». Igualmente, reconoce que su familia se quedaba a dormir en el coche, pero también en la nave de J. Antonio A.P., pero no pudo concretar, a preguntas del Ministerio Fiscal, cuántas personas pernoctaban en esa instalación, pese a insistirle si eran más o menos 50 ó 100. Explicó que también había algún grupo más de otras familias. 

En cuanto a horarios de trabajo, el joven dijo que salían hacia las 6 ó 7,30 «dependiendo del tiempo» y que regresaban como a las 3 ó 4 de la tarde, después de comer en el monte, y que iban de forma voluntaria, sin que nadie les obligara. Los boletus los vendían directamente a José Antonio, incluso Cosmin, «que las recogía igual que los demás».

Preguntado si mantiene contacto con su hermano, el denunciante, dijo que sí, que vive en un pueblo cercano en Rumania, pero desconoce sí vendrá a declarar en enero (...).

(Más información del juicio por tráfico de personas en Canicosa de la Sierra, en la edición impresa de Diario de Burgos de este viernes)