Conservar el legado del léxico desde la ficción

S.F.L.
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El periodista oniense Eduardo Rojo publica 'El tren del desamparo', una novela sobre la posguerra que reivindica el mundo rural

Eduardo Rojo con su nueva novela. - Foto: S.F.L.

Con un estilo sencillo, limpio, preciso y un tono no exento de humor, pese a que las páginas narren una tragedia, el periodista y escritor oniense Eduardo Rojo, recupera las voces autóctonas de la comarca burebana, el castellano tradicional de esta parte del norte burgalés. El tren del desamparo nace en 2016 pero «por tesituras del mundo editorial», ve la luz ahora. La riqueza léxica que esconden sus páginas hace de esta novela de ficción un trabajo especial por el esfuerzo depositado por conservar el habla tradicional de los pueblos, uno de los tesoros que se va perdiendo en la España Vaciada.  

Vocablos que no los recoge el diccionario de la Real Academia de la Lengua, condenados a desaparecer por la despoblación y por el uso de un lenguaje cada vez más estandarizado, pueden descifrarse a lo largo de la historia. «Se tiende a utilizar palabras muy generales, huecas, pero yo procuro adjudicar a cada realidad una palabra precisa para nombrarla. No solo hay ascuas o rescoldos, sino también rescollo. Las guadañas son dalles. Los madroños, albortos. Hay ollagas en vez de aulagas. Hay támbaras, ovejas moriondas, igüedos… En definitiva, mucha variedad léxica», expone el escritor.

La novela comienza con la Guerra Civil, pero recorre casi todo el siglo XX, y refleja de alguna manera esa España que está siendo vaciada desde hace décadas «por intereses económicos y dejadez política». El periodista de RNE en Vitoria se reencuentra en este texto con el universo literario de su primer libro de ficción, La noche de las 7 lunas (2010), para adentrarse en la historia de dos hermanos gemelos, Quirce y Leonora, que se quedan huérfanos con 12 años después de que asesinen a su padre, que es resinero y sindicalista, al comienzo de la contienda.

La acción transcurre fundamentalmente en un desfiladero, por el que pasa un río y una vía del tren. No aparecen nombres de localidades o ciudades, pero sí muchos topónimos menores que permiten al lector enmarcar el espacio de la novela. «Sabemos, por ejemplo, que estamos en el desfiladero de la Horadada y podemos deducir que el ‘río grande’ de la novela es el Ebro a su paso por el norte de Burgos, en la zona de los Montes Obarenes o de la Sierra de la Tesla», argumenta. No se trata de una novela de intriga, pero al autor sí se ha empeñado en contarla con suspense y dirigirla con cierta tensión narrativa, con un desenlace más o menos inesperado que el oniense sospecha que mantendrá al lector «enganchado» a la historia.

Al volver a su escenario literario -la vida y lo que rodea al mundo rural- tras publicar otros proyectos de diferente índole (novela negra), brotó de su imaginación el concepto de narrar una trama que, además de contar una historia que enganchara al lector, reivindicara la importancia de mantener con vida las zonas más rústicas. Conservar la esencia de sus rincones, que no se «queden en simples parques temáticos» para ser visitados durante los fines de semana, y trabajar para que las tradiciones perduren y los jóvenes se trasladen para desarrollar sus proyectos, es lo que el oniense quiere dar a entender con su nuevo proyecto.

El ferrocarril, el que nunca llegó a su destino -hoy en proceso de convertirse en una Vía Verde- tiene una función simbólica en el texto. Los niños que viven junto a la vía no tienen futuro y están abocados a un final desgraciado. Podían haberse ido a vivir a cualquier otro lugar, pero eligieron esa línea férrea del Santander-Mediterráneo, un proyecto con vocación de fracaso, porque nunca se llegó a finalizar la obra. Un tren que surgió en el primer tercio del siglo XX y que se cerró en 1985, sin que llegara nunca a su estación de destino: Santander. «Se puede decir que nació muerto, lo que me hizo pensar que los dos protagonistas y ese ferrocarril que pretendía unir los dos mares de España, en su frustración, tienen vidas paralelas. De ahí, finalmente, surgió el nombre del libro», explica.

Presidente de la Asociación Estudios Onienses y defensor de la construcción del camino natural por su trazado original (a través de la finca Santé), recuerda que la novela la escribió hace ya cinco años y que por aquel entonces se hablaba del proyecto, pero Rojo ni se imaginaba la polémica surgida desde el pasado año por la alternativa de desviar la trayectoria por el río Oca, en la que tan vinculado se ha encontrado. «El libro sale a luz en un momento oportuno por la construcción de la Vía Verde y está escrito en ese ambiente, pero no tiene nada que ver con la controversia que ha rodeado este asunto», ratifica.

El tren del desamparo podrá adquirirse a partir de mañana por encargo o a través de internet (Amazon). Pero como amante del papel, Rojo recomienda que cada lector lo encargue en su «librería de referencia», para apoyar a un sector que desgraciadamente sufre las consecuencias de las nuevas tecnologías.