Entre las múltiples derivadas del año del coronavirus se encuentra en un lugar destacado la terrible situación por la que pasan las compañías aéreas. La restricción de la movilidad y el miedo a viajar ha dejado cientos de aviones en tierra y miles de trabajadores en ERTE, y el panorama no tiene pinta de despejarse al menos hasta el verano.

Por eso en el Ayuntamiento de Burgos ya están pensando en cómo afrontar la posible prórroga del contrato con Air Nostrum que se acordó hace dos años desde la sociedad Promueve y que inicialmente vencía en junio, pero que se prolongará hasta el otoño porque la covid obligó a ambas partes a darse una prórroga de tres meses.

La ciudad paga a la compañía 1,2 millones de euros anuales simplemente por mantener la conexión con Barcelona, y el nuevo presidente de Promueve, Vicente Marañón, subraya que «es mucho dinero» y que en la actual situación «supone ofrecer un ingreso fijo a las empresas, por lo que nuestra posición negociadora es fuerte».

Marañón prefiere no concretar los detalles de lo que reclamará llegado el momento, pero sí habla de «conseguir mejores horarios». Aunque no da más pistas, parece evidente que estos pasarían, por ejemplo, por una conexión entre la tarde del viernes y la tarde del domingo que permitiera pasar el fin de semana en la Ciudad Condal y, sobre todo, hacer el trayecto contrario de manera que viniera turismo a Burgos desde la capital catalana.

De igual manera, los vuelos de los días laborables deberían partir por la mañana temprano y volver por la tarde-noche, de forma que inviten a hacer gestiones empresariales entre ambas ciudades.

Marañón, que trabaja en el sector aéreo, admite que en tiempos de crisis la ciudad está haciendo un esfuerzo económico importante pero destaca que «es importante mantener las conexiones del aeropuerto» e insiste en una idea tan repetida como poco exitosa a lo largo de los últimos años: «Necesitamos que el aeropuerto de destino tenga a su vez otras conexiones internacionales».