Comerciantes briviescanos piden reducir el número de palomas

S.F.L.
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Consideran que los excrementos son un peligro para la salud de los vecinos y pueden provocar caídas

Balcón de una vivienda en la vía Santa María Encimera lleno de excrementos. - Foto: DB

Los dueños de varios locales y vecinos cuyas viviendas se ubican en las céntricas calle Mayor y Santa María Encimera  de Briviesca denuncian un descontrol en la población de palomas. El contratiempo al que estas personas se enfrentan cada día cuando abren las puertas de sus negocios o suben las persianas de sus ventanas son, entre otros, la cantidad de excrementos acumulados, un «grave problema de salubridad» que además puede «generar caídas» entre los viandantes.

Alfredo, el dueño de la taberna Pelokaki, no está conforme al cien por cien con la instalación de su terraza en dos zonas, cuatro mesas en la Plaza Santa María y cinco en la Plaza Mayor. «Agradezco al Ayuntamiento la ayuda ofrecida a los locales de hostelería pero en mi caso, los clientes que se sienten en los veladores de  dicha vía corren riesgo de que les caiga un excremento de paloma encima», declara. Parte de la terraza se sitúa al lado del inmueble que el Ayuntamiento heredó de una familia, que corresponde con el número 38. Se trata de un edificio en el que habita una gran bandada de estas aves y crían. No obstante, ha sido una de las casas donde la empresa que hasta ahora se ha encargado del control de aves en la capital burebana había instalado una jaula para capturarlas.

Sin embargo, las trabas van más allá de que a un vecino le caiga un excremento. María Amparo, propietaria de la peluquería Beyma, está desesperada. Aparte de que en las inmediaciones de su local se lleguen a acumular «montañas de caca», como ella misma designa, las palomas han llegado incluso a anidar en el interior del piso de su hermana. «Tenemos la sensación de que nos conocen y saben cuando las vamos a espantar. Lo mismo nos da porque según dejamos de hacerlo, regresan», expone la peluquera que confirma que sí que apreció que durante el invierno la cantidad de aves mermó pero una vez entrada la primavera volvió a aumentar. La mujer asegura que cuando llueve y el agua se mezcla con las heces se forma una masa peligrosa y muy resbaladiza que puede provocar graves caídas. «Ningún cliente ha rodado pero yo he estado a punto varias ocasiones», añade.

Consciente de que corresponde a un obstáculo que él mismo tiene que solucionar, Basilio, dueño de la Agencia Vesga, se gastas de media al año 500 euros en la limpieza de los bajantes de agua del edificio donde tiene su oficina. «Ha sido tal el atasco que ha habido en los canalones -donde en uno de ellos había un nido con dos huevos- que cuando llueve no cae ni gota», afirma el empresario. Todos los trabajadores son conscientes de que el Ayuntamiento no tiene la culpa pero cree que debe tomar medidas más drásticas contra una «plaga».

Si bien, fuentes municipales manifiestan que deben de ser los propietarios de las viviendas los que tienen que tomar medidas y desde el Consistorio animan a todos aquellos que tienen una casa vieja  con las ventanas abiertas a que por lo menos coloquen unas mosquiteras en ellas con el fin de cortar el paso a las palomas. Asimismo, el contrato con la antigua empresa ha finalizado y el próximo se firmará una vez se saque a licitación.

Igualmente, el equipo de gobierno también denuncia los actos llevados a cabo hasta en tres ocasiones por parte de algún vecino insatisfecho con la recolecta de palomas. Cipriano Gómez, edil briviescano, indica que en junio soltaron más de 300 palomas que se encontraban custodiadas y vacunadas. «Hicimos el trabajo para nada», declara.