Condenas a los okupas de los garajes

I. ELICES
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Un abogado logra que un juzgado penal multe con 540 euros al dueño de un coche que aparcaba ocupando una plaza que no es suya

Condenas a los okupas de los garajes - Foto: Alberto Rodrigo

A los caraduras que por norma  usan una plaza de garaje privado que no es suya -bien en parte o bien en su totalidad- puede que se les haya acabado el chollo. El abogado burgalés Francisco González, cansado de acudir a la jurisdicción civil para reclamar, se decantó por la vía penal y acaba de ganar un primer pleito -tiene otros dos a la espera- en el Juzgado de Instrucción número 3 de Burgos-. El titular de este órgano ha multado con 540 euros  a un vecino de la ciudad por estacionar su vehículo en el hueco de un garaje que no es de su propiedad. Y es que el letrado solicitó su  condena de acuerdo a la comisión de un delito -leve en este caso- contra el patrimonio, el de ocupación de bien inmueble, el mismo que rige para los okupas de viviendas, una petición con la que ha estado de acuerdo el magistrado.

La noticia ya ha llegado a algunas comunidades de vecinos que se topan con este problema, tanto de personas que aparcan mal -ocupando parte de otra plaza- como de quienes se apoderan de un hueco en el que no suele estacionar nadie.

En el presente caso, antes de interponer la denuncia fue enviado un burofax al vecino de la comunidad que estaba ocupando una plaza que no era suya. La advertencia surtió efecto en parte, porque a los pocos días volvió a las andadas. Se trata de una parcela de vivienda desocupada donde fue colocado un cartel en el que se avisaba de que las plazas sí tenían dueño. Con todo, continuó aparcando en ese sitio.

La sentencia sostiene que la «ocupación de plazas de garaje de forma habitual constituye un delito de usurpación de bien inmueble, castigado con una pena de multa de entre tres y seis meses». El Juzgado de Instrucción no hace sino aplicar esta jurisprudencia al pleito surgido en Burgos, puesto que estima acreditado que el condenado «tenía perfecto conocimiento tanto de la ajenidad de las plazas que ocupaba como de la oposición del titular» a que aparcara allí. Y es que en el acto de la vista el propio acusado reconoció que recibió el burofax y que dejó de estacionar durante unos días, aunque después volvió a hacerlo. Además de admitirlo, también estaba acreditado por las fotografías que sacó la Policía Nacional de su coche ocupando la plaza.

Contra esta sentencia cabe recurso de apelación ante la Audiencia Provincial.