Preparar el santuario de Cueva Román para su escaneado

B.A.
-

Arqueólogos y miembros de la Universidad de Zaragoza descenderán dentro de unos días a la cavidad de la Ciudad Romana de Clunia para adecuar esta zona, muy delicada, y definir el aparataje que se requiere para su futuro registro

La arqueóloga Rosa Cuesta en el interior de una de las galerías de Cueva Román.

La información y la riqueza que ofrecen los vestigios de la Colonia Clunia Sulpicia son inagotables, por eso en cada época estival no para de investigarse. Si hace unos meses comenzaron a desarrollarse los trabajos de la tercera fase de restauración del teatro romano, con el cierre del postescenio, que se convertirá en un espacio utilizable para las actuaciones pero también en un almacén, la próxima semana darán inicio las labores en el interior de Cueva Román, la estructura natural subterránea que sirvió de abastecimiento de agua a los habitantes de esta ciudad. 

Un grupo de arqueólogos, con la coordinadora de Clunia a la cabeza, Rosa Cuesta, y de miembros del Equipo de Tecnologías en Entorno Hostiles de la Universidad de Zaragoza, volverán a descender al interior de esta cavidad con un doble objetivo: continuar con los trabajos de escaneado de gran parte de la cueva, que permitirá realizar después un modelo en tres dimensiones para acercar este espacio a los visitantes, ya que su acceso es imposible para los turistas; y preparar la zona del santuario para su futuro escaneado. «Es un espacio muy delicado y no se puede introducir un aparataje convencional para su registro, tienen que ser aparatos mucho más pequeños para poder escanear al detalle todas las inscripciones y las figuras que hay allí. Centraremos parte del trabajo de estos días en hacer un sondeo y un estudio definitivo para ver el tipo de instrumentos que se pueden introducir hasta allí», explica Rosa Cuesta. 

Está previsto que el equipo de la universidad aragonesa llegue a Clunia el próximo martes, día en el que podrían iniciarse las inmersiones en la cueva. «Comenzaremos el día 2 o 3 de julio y posiblemente estaremos hasta el 6. Será un trabajo intensivo durante esas jornadas». 

Trabajar en el interior de Cueva Román no es fácil. Las labores se centran a una profundidad de entre 25 y 30 metros, con espacios llenos de agua y barro que complica el desplazamiento por su interior. «Supone un desgaste físico muy fuerte, los días que estamos allí perdemos entre 4 y 5 kilos. Nos arrastramos a nosotros mismos y al material, a lo que hay que sumar el contraste entre la temperatura exterior e interior», indica Rosa Cuesta. Normalmente entran un máximo de cinco expertos en la cueva, aunque nunca juntos en el mismo espacio. «Solemos ir tres, pero a la zona del santuario, solo dos, porque es la parte más sensible», relata Cuesta, que afirma que aún quedan más campañas en el interior de esta cavidad.