Boda soñada en Segisama

F. TRESPADERNE
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Jessica y Rodrigo hicieron realidad su sueño y se casaron siguiendo el ceremonial romano en el que, además de sus 80 invitados, participaron numerosos vecinos ataviados con trajes de la época en una villa romanizada

Tras los nervios iniciales, también de los maestros de la ceremonioa, los novios disfrutaron de su boda. - Foto: Christian Castrillo

Querían hacer una boda distintas y lo lograron, aunque en los instantes previos se llegaron a sentir desbordados por la avalancha de personas que se acercaron hasta Sasamón para participar, o disfrutar de la recreación histórica romana que durante este fin de semana ha recuperado la antigua Segisama Julia. La primera en llegar al claustro de la impresionante iglesia de Santa María la Real fue la novia, Jessica Hernández, que se tuvo que abrir paso entre los numerosos curiosos y romanos que se agolpaban para acceder al claustro, al que solo se podía entrar con invitación. 

«Se nos ha ido un poco de la manos, pero espero que todo salga bien», manifestaba Jessica, mientras una hermana y dos cuñados ultimaban el escenario y repasaban los textos de una ceremonia preparada con mimo, siguiendo el ritual de la antigua Roma, y cuidada hasta el más mínimo de los detalles. «Nos lo han puesto todo muy fácil y no nos ha costado nada preparar la boda, lo único que no hemos controlado han sido los nervios», aseguraba Jessica en el altar preparado la ocasión, donde no faltaban el fuego y el agua, dos de los símbolos de la época.

En el patio de butacas del claustro los ochenta invitados al enlace, la mayor parte de ellos vestidos de la época, que vivieron con expectación un ritual desconocido para todos. Lo único tradicional de esta boda, aseguró la novia, era el banquete, «será una comida tradicional porque bastante hemos tenido como el vestuario y la ceremonia». Una ceremonia que se ciñó en todo momento al ritual romano, comenzando por los rituales de purificación, ofrendas a los dioses, colocación de símbolos como el cinturón para bendecir el vientre de la novia o el velo de la pureza. Después hizo su entrada el novio, Rodrigo Sáenz, que tras la ceremonia, y los clásicos ¡Viva los novios!, repartió nueces entre los invitados, como era tradición durante el imperio romano... y de viaje de novios otro clásico: Tenerife, «y después otro más lejos» declaraba Jessica.

 

ARCHIVADO EN: Sasamón