Las obras perdidas de Modesto Ciruelos

R.P.B.
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La Guerra Civil marcó la vida y la obra del artista de Cuevas de San Clemente. Le inspiró cuadros que hoy se exhiben en el Reina Sofía pero hizo desaparecer cientos de otras

Las obras perdidas de Modesto Ciruelos - Foto: Luis López Araico

La década de los años 30 no sólo fue prolífica en el pincel de aquel huracán de vanguardia que fue Modesto Ciruelos: fue una época en la que el artista de Cuevas de San Clemente fusionó todas las experiencias plásticas que había asimilado hasta entonces para seguir alumbrando un nuevo lenguaje pictórico por territorios nunca antes hollados por nadie.Como recoge Paloma Esteban Leal, crítica de arte y coservadora del Reina Sofía, su profundo conocimiento de las obras de Picasso, Cézanne, Monet, Van Gogh, Kandinsky, Mondrian y Klee «dará como resultado un tipo de composiciones fuertemente influidas por la estructuración cubista de los volúmenes». Fueron, pues, unos años de eclosión en la obra de Ciruelos; unos años que, sin embargo, estuvieron marcados por la Guerra Civil. En varios sentidos.

La contienda fratricida inspiró obras de arte que no vamos a descubrir ahora: ahí está el Guernica de Picasso. Marcado a fuego por aquel horror, Ciruelos también realizó cuadros esenciales, como Descubierta y Fusilados, que al igual que el icónico cuadro pintado por el genio malagueño, se exhibieron en el Pabellón Español de la Exposición Universal de París en 1937 y que hoy, como aquél, lo hacen en el Reina Sofía; pinacoteca que, como publicó este periódico hace unos días, ha incorporado nuevas obras de esos años: cuatro dibujos de carboncillo sobre papel de temática bélica y el gran y fabuloso óleo titulado ‘Ciclistas’.

Precisamente esa obra, ‘Ciclistas’, es la única de gran formato (junto a una vista de Burgos, que pertenece a una colección particular de Cádiz), que sobrevivió a los azares de la guerra, explica Jesús Ausín Ciruelos, nieto del artista. Porque buena parte -si no la mayoría- de la gran producción pictórica de Ciruelos se hallaba depositada en unos almacenes en Argüelles cuando comenzó la contienda; un lugar que fue bombardeado por la aviación franquista. «Bien porque quedaron destruidas por las bombas, bien porque pudieran ser posteriormente saqueadas, lo cierto es que hay muchísimas obras de mi abuelo que están desaparecidas», subraya Ausín. Por fortuna, de alguno de estos cuadros queda memoria gráfica: la familia de Ciruelos muestra como ejemplo una fotografía de un cuadro absolutamente impresionante, en la línea de ‘Ciclistas’, que muestra a varios hombres jugando al billar.

«Argüelles, al estar cerca del frente de la Ciudad Universitaria, quedó muy dañado. Cuando mi padre regresó, en el almacén en el que había depositado sus obras no quedaba nada», explica María Ángeles, hija del pintor, quien recuerda que la pérdida de aquellos cuadros afectó mucho a su padre. «Él siempre se lamentó mucho de la guerra y de haber perdido toda aquella obra. Le dolía muchísimo. No sabemos si todos esos cuadros fueron destruidos o saqueados. Lo cierto es que desaparecieron. Hemos intentado muchas veces buscarl los que pudieran ser saqueados, pero es tan difícil...», se lamenta María Ángeles.

Además de Partida de billar (fechado en 1931), la familia Ciruelos conserva la imagen de otro cuadro muy llamativo en el que aparecen varias personas solazándose en una pradera, que bien podría ser la de San Isidro. Es un cuadro casi ‘goyesco’ en su temática, pero absolutamente audaz en su trazo. «Lo más probable es que los cuadros que se salvaron mi padre los sacó del bastidor y se los pudo llevar enrollados». Los depositarios del legado del artista burgalés no pueden contabilizar siquiera aproximadamente cuántas obras pudieron perderse en aquellos meses terribles, pero están convencidos de que fueron varias decenas.

Algunas de ellas, apuntan, pudieron verse en el año 1933 en la primera exposición individual que Ciruelos hizo en Burgos. Conserva la familia una fotografía del día de la inauguración, en la que se atisban obras que no se han vuelto a ver. Entre los asistentes, puede verse en la imagen al músico Antonio José y otros miembros de la tertulia ‘El Ciprés’, como el escritor y periodista Eduardo de Ontañón, con los que Ciruelos solía reunirse cuando regresaba a a Burgos, especialmente en verano.