¿Querían balonmano? Pues toma balonmano del bueno. Lo siento por los que no pudieron, pero ayer en El Plantío se palpó de cerca la elite. Puede que muchos digan que este formato de competición es injusto, y en cierta manera lo es, pero llegar a marzo y encontrarte 10 equipos luchando a vida o muerte por el ascenso es un regalo para la afición.

Llegaba el Vestas Alarcos Ciudad Real con el cartel de ‘underdog’ colgando del autobús y la risa picarona del que se sabe poderoso con apariencia de desvalido, mientras dos hinchas se reencontraban con su asiento y comentaban: "Están abajo en la tabla y vienen con muchas bajas. Hoy es fácil". Claro, claro…

El resumen del duelo es que de fácil no tuvo nada. Ahora, de vistoso lo tuvo todo. Un gol arriba, uno abajo, empate, exclusiones, paradas épicas y goles para enmarcar. Y todo por duplicado. Una verdadera lucha de gigantes en busca de un único objetivo, comenzar sin ningún traspiés.

Anulado del potencial ofensivo el contrataque, hubo que hacer de una debilidad una virtud. Pueden buscar el dato, pero en cada una de las inferioridades numéricas que tuvo el Balonmano Burgos sacó un parcial positivo o una acción determinante.

Probablemente no fuera el partido más ‘redondo’ de los burgaleses, pero sí uno de los más trabajados, de esos en los que el jugador entra al vestuario preguntándose qué ha hecho él para merecer este sufrimiento pero satisfecho por la victoria. 

Lo que había hecho es ganarse durante toda la temporada el derecho a sentarse en la mesa de los mayores, en la que se come pescado al horno y chuletón y no macarrones y pollo. En esa en la que el camarero te trae de postre un coulant en forma de ascenso y no una tarrina de helado.

Pero, ojo, si te toca el menú ‘deluxe’ has de saber que cualquiera, más allá de las bajas o la clasificación, te puede ‘limpiar’ el plato. Y eso que el de ayer solo fue el aperitivo de una carta cerrada en la que quedarse con hambre no es una opción.