Incertidumbre, compañera de butaca

ALMUDENA SANZ
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Los agentes culturales trabajan con la esperanza de reanudar los calendarios con cierta normalidad, pero se cuidan mucho de euforias y de adelantarse a los acontecimientos

Incertidumbre, compañera de butaca - Foto: Alberto Rodrigo

No es divertida, ni inspira confianza ni se la puede llevar a ningún sitio si se quiere llegar a la meta con éxito. La incertidumbre es mala compañera de butaca, pero a los agentes culturales de la ciudad no les queda otra que bailar con ella. Augurar qué paisaje quedará después de la pandemia es, como dice el responsable de Cultura de la Fundación Caja de Burgos, Óscar Martínez, sociología ficción. Pero tanto él como el director de Actividades Culturales de la Universidad de Burgos, Carlos Lozano; el director gerente del Espacio Atapuerca, Alejandro Sarmiento; y la concejala de Cultura, Nuria Barrio, se asoman a esta bola de cristal. 

Los cuatro convienen en que siguen trabajando en la agenda cultural de sus respectivas instituciones con un ojo en las medidas que van adoptando las autoridades y otro en las que, presumiblemente, se van a tomar cuando concluya el confinamiento. Todos dudan de que escriba su final el anunciado 11 de abril. 

La estrategia seguida por los cuatro ha sido la de aplazar las citas comprendidas en el calendario de clausura y cancelar solo las que era imposible reubicar por suspensión de la gira o por imposibilidad de los artistas. La Universidad de Burgos (UBU) se desmarca y sí ha anulado lo que caía en medio o cerca de este encierro obligado, como el Uburama (19 y 26 de marzo) y la Muestra de Teatro Universitario (del 21 al 29 de abril), sí sigue adelante, aunque sobre una cuerda, el Rubural (23 de mayo). 

Es a las puertas del verano cuando la incógnita se convierte en personaje principal, aunque aún pocos han movido ficha. Solo el Ayuntamiento ya ha anunciado que trabaja en el aplazamiento de la Noche Blanca, el Curpillos y los Sampedros. El resto, quietos hasta ver. 

Julio es un mes grande para la cultura en el campus. Y su responsable espera que este año también lo sea. Tienen ya muy hilvanado el cartel del Tablero de Música, los Conciertos Jacobeos y el Ciclo de Cine de Terror. «Nosotros trabajamos en el supuesto que se podrá celebrar. No somos ilusos y suponemos que habrá restricciones y medidas de seguridad extra, pero no vamos a tirar la toalla. Si en un momento determinado se puede realizar, que no nos pille por sorpresa», sostiene Lozano. 

En este mismo escenario se mueve la Fundación Caja de Burgos. Óscar Martínez rechaza adelantarse a los acontecimientos y apela al compromiso con la sociedad. «¿Por qué vamos a suspender los espectáculos de mayo o junio si la cuarentena llega hasta donde llega? Los agentes culturales tenemos la responsabilidad de no provocar más alarma. Bastante preocupada está la gente ya», enfatiza a sabiendas de que cuando el confinamiento se levante, en principio a mediados de abril, se impondrán restricciones en citas culturales y deportivas. «Todas aquellas que tienden a juntar a muchas personas en un espacio reducido se verán afectadas y todos trabajamos con la previsión de que probablemente los aplazamientos tengan que ir más allá», confiesa. 

Pendientes de esas presumibles medidas se encuentran igualmente en el paseo de la Sierra de Atapuerca. Alejandro Sarmiento conviene con su colega en que es imposible predecir el futuro en una situación cambiante como la que está provocando el coronavirus. 

«Todo es una gran incógnita», insiste el director gerente del Museo de la Evolución Humana (MEH). «Ahora mismo todo está cerrado, cuando se abra tendremos que saber las medidas de reducción de aforos, las distancias de seguridad que se deben mantener en las visitas guiadas... Dependiendo de cuáles sean estas instrucciones actuaremos tanto en el museo como en la sierra. Todo esto lo hemos examinado, pero hasta que no conozcamos qué medidas se toman, es difícil saber cómo influirán», se explaya y alude de nuevo a esa gran equis que es el futuro. 

A esa interrogación abraza Óscar Martínez, miembro, como Sarmiento, de la Asociación de Profesionales de la Gestión Cultural de Castilla y León (Gesculcyl), y pone encima de la mesa la variable de la imprevisible reacción del público. 

«Es difícil prever qué va a hacer la gente. Puede pasar que tenga cierto miedo a las aglomeraciones y que la cultura siga sufriendo más allá de lo más duro de la crisis o que mañana salga de casa con ganas de beberse el mundo y no tengamos aforo suficiente. Es complicado, depende de cómo evolucionen las noticias», deja caer. 

Su colega de la UBU está convencido de que los espectadores saldrán del encierro hambrientos de cultura. No lo dice él, anota, sino el éxito de las iniciativas culturales en vivo que han surgido en internet. Aun así cree que el hecho cultural es un acto piel contra piel y el público volverá a bailar y botar en conciertos, sentarse en la butaca para reírse o llorar y comer unas palomitas mientras se muere de miedo en un cine de verano. 

«Las propuestas en las redes sociales no sustituyen al arte en vivo, a la necesidad de compartir un momento que no se puede repetir», expone Lozano convencido de que quien ama la cultura volverá a las salas de concierto y a los teatros. «Estamos viviendo una situación a nivel colectiva e individual muy compleja y no sabemos hasta dónde va a llegar, pero necesitamos compartir sentimientos y emociones a nivel colectivo. La cultura en vivo es imparable», agrega el responsable de mantenerla en ese estado en el campus. 

creadores en la diana. No las tiene todas consigo, sin embargo, en lo que se refiere a quienes hacen posible ese latido. Carlos Lozano teme las consecuencias que esta alerta sanitaria pueda tener para los creadores. «No se trata solo de una crisis como la que sufrieron hace unos años, que muchas compañías se fueron a pique, sino que en este caso está parado todo, absolutamente todo. Habrá que ver las medidas que articula el Gobierno para este sector», remarca y solo acierta a ver como positivo la producción creativa que puedan estar generando estos artistas. 

Pendientes de esas medidas del Gobierno Central están en el Instituto Municipal de Cultura. Su presidenta, Nuria Barrio, advierte que barajan ampliar la partida contemplada en el presupuesto para ayudas a la creación, que ahora es de 50.000 euros. «No lo tenemos cerrado y estamos a la espera de la aprobación del presupuesto», frena la concejala consciente de que «el parón en las programaciones va a afectar al sector de las artes escénicas, que ya pasaba por un momento delicado». 

Sobre las pequeñas compañías profesionales enciende el foco el responsable de Cultura de la Fundación Caja de Burgos. «Fíjate lo que puede suponer para cualquiera de las burgalesas. Si en verano sigue todo parado, no levantan cabeza», aventura Óscar Martínez y reitera una vez más que cualquier apreciación ahora mismo de lo que vaya a pasar cuando se levante la cuarentena es ciencia ficción.