¿Dónde están las palomas?

H.J.
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Muchos barrios de la ciudad han notado en las últimas semanas una reducción de estas molestas aves. Capturas puntuales, remedios caseros o depredadores naturales son hipótesis que podrían explicarla

Un grupo de cimarronas, agrupadas en la Plaza Mayor - Foto: Luis López Araico

Lo dicen en el G-3, lo repiten en Gamonal y también en el entorno de la Plaza Mayor. "Parece que hay menos palomas". Dejar la ropa tendida sin protección contra los excrementos ya no es una prueba de fe, el característico arrullo de estas aves ha dejado de presidir los amaneceres junto a la ventana y los tejados están limpios de sus bandadas.

La reducción de palomas es un hecho en varias partes de la ciudad, pero nadie es capaz de asegurar que su volumen en el conjunto de la ciudad se haya reducido ni de ofrecer una explicación contundente sobre las razones.

El Ayuntamiento ha seguido haciendo las capturas de siempre (alrededor de 1.000 animales al año) y esto habrá tenido su efecto, pero también hay quien sostiene que los remedios caseros han podido ayudar (los búhos de pega que tan de moda se pusieron hace unos meses). Se han avistado cernícalos que no suelen atacarlas pero las asustan, e incluso se baraja la presencia de alguna pareja de halcones asentada en la ciudad que ejercería como el mejor controlador y depredador natural.

Desde el área de Sanidad del Consistorio capitalino explican que, como suele ser habitual, han realizado tapiado de ventanas y han eliminado algunas zonas donde podían criar las palomas cimarronas. Incluso en los últimos años se ha llegado a barajar un programa de introducción de halcones pero no ha terminado de cuajar.

Las últimas quejas llegadas al Ayuntamiento se concentran en el entorno de San Agustín. Además, a las palomas urbanas comunes se les han unido recientemente las torcaces que provienen del campo, anidan en los árboles y ponen perdido el mobiliario urbano o los vehículos que se encuentren debajo de ellas porque sus deposiciones son más llamativas.

Halcones y torcaces. Miguel Ángel Pinto, director del Aula de Medio Ambiente de Caja de Burgos, coincide en que recientemente se ven menos ejemplares columbinos y recuerda que "el trampeo puntual puede reducirlas de repente en algunos barrios pero apunta a los "controles naturales" como hipótesis que explicaría el descenso, subraya que se trata del método más natural y apuesta decididamente por la introducción de halcones, como ya han hecho en otras ciudades.

"En Burgos tenemos águila calzada en verano y azores en invierno, los cernícalos cazan alguna pero poco más, y lo más probable es que desde agosto estemos teniendo halcones merodeando por aquí", sostiene. Igualmente explica que la paloma torcaz, "muy complicada de controlar y con la que habrá que aprender a convivir", puede que también desplace a las cimarronas urbanas. "No se agrupan tanto y viven en pequeños grupos, pero sus efectos son más llamativos", reitera.

Por si fuera poco, la convivencia con estos dos tipos de palomas, en la capital burgalesa se puede encontrar un tercer tipo, la paloma zurita, "que se esconde en agujeros de los árboles viejos pero incluso se ha llegado a instalar en la Catedral. Es un ave más rara y despierta el interés de fotógrafos para documentales", dice Pinto. Sean de la especie que sean, hay menos. Y el 99% de los vecinos lo agradece.