¿Y si los Sampedros volvieran a septiembre?

H.J.
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El probable aplazamiento de las fiestas de Burgos podría devolver la celebración mayor de la ciudad a su cita original, que era la Exaltación de la Cruz hasta se cambiaron en 1897 en busca de mejor tiempo

¿Y si los sampedros volvieran a septiembre? - Foto: Diario de Burgos Miguel Ángel Valdivielso

La pandemia que todo lo está arrasando amenaza con trastocar también una de las fechas más sagradas del año, y no solo por su sentido religioso. Las fiestas de San Pedro y San Pablo, que miles de burgaleses esperan como la semana en la que la ciudad toma las calles y se divierte de forma comunitaria, podrían tener que suspenderse si como todo parece indicar la evolución de la enfermedad no permite para entonces que la sociedad española haya recuperado su plena normalidad.

No hay todavía una fecha definitiva para su recolocación, pero dadas las condiciones meteorológicas habituales en la estepa burgalesa podemos descartar el otoño y el invierno. Si se apuesta por el final del verano para ganar tiempo contra el coronavirus, septiembre podría ser el mes ideal, y no resultaría de hecho una novedad en Burgos, sino una vuelta al pasado.

Las fiestas mayores de la ciudad tuvieron lugar a mediados del noveno mes del año hasta 1897. Se celebraba la Exaltación de la Santa Cruz, que es el 14 de septiembre, pero el Ayuntamiento de entonces consideró que sería conveniente cambiar las fechas. ¿Adivinan por qué? Efectivamente: por el tiempo.

El Archivo Municipal de Burgos custodia un documento donde dice que «el Sr. Presidente —Federico Fernández Izquierdo— hizo presente al Ayuntamiento […] la traslación de las funciones con que se acostumbra a celebrar en la actualidad la Feria de la Santa Cruz, en el mes de septiembre, a la Feria de San Pedro y San Pablo, que tiene lugar en el mes de junio, por haber considerado la corporación que existen más probabilidades de que vengan forasteros a consecuencia de la mayor seguridad en el buen temporal y ser éstas las primeras funciones que acaso se celebren en Castilla, que no esperando al mes de septiembre, que es el mes de las lluvias y en cuya época se han verificado ya multitud de fiestas en todas las ciudades limítrofes».
Curiosamente, los munícipes buscaron no solo mejores temperaturas y más soleadas, sino que también tuvieron en cuenta las fechas en las que tenían celebraciones posibles ‘rivales’ de los alrededores a la hora de atraer turismo. Ya por entonces se preocupaban de lo que luego bautizaríamos como «ventajas competitivas».

La elección de San Pedro tuvo que ver, como mencionaba el citado documento, con la preexistencia de una feria ganadera en el mes de junio, que se celebraba desde la Edad Media con novillos y que iba acompañada de las hogueras de San Juan. Así que también entonces se trató de recuperar una vieja tradición casi olvidada.

Durante un tiempo convivieron las dos celebraciones, la de junio y la de septiembre, pero rápidamente la más temprana en el año acabó llevándose todo el protagonismo y dejó a la Exaltación de la Santa Cruz en un plano absolutamente secundario.

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