La hostelería sufre 4 cierres y 3 confinamientos en 15 meses

L.N.
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El sector recibe "otro palo más" justo ahora que empezaba a ver cierta luz con el final del estado de alarma. Muchos restaurantes ya tenían lleno este fin de semana

Con el fin del cierre perimetral de Castilla y León, los restaurantes notaron más movimiento. - Foto: L.N.

Frustración, rabia, indignación... Así definen los hosteleros de Aranda de Duero el cierre del interior de los locales durante las dos próximas semanas que decretó ayer la Junta de Castilla y León en un Consejo de Gobierno extraordinario. Se lo veían venir después de que el fin de semana la incidencia acumulada se disparase a 201 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días, una cifra que supera ampliamente el límite de 150 por el que Sanidad prohíbe el consumo en el interior. Pero mantenían una "mínima esperanza", principalmente porque el grueso de los contagios, 27, corresponden al brote en la congregación Iesu Communio del Monasterio de San Pedro Regalado de La Aguilera, pedanía situada a 10 kilómetros de Aranda. 

Sin embargo, este dato no se tuvo en cuenta y en el sector, que empezaba a ver cierta luz tras el fin del estado de alarma, se pronuncian frases como "estamos tocando fondo", "tenemos al enemigo en casa" o "en la Junta sólo hilan fino para lo malo, no podemos más". 

Unas palabras que cobran más fuerza si cabe al analizar que la hostelería arandina ha sufrido cuatro cierres y tres confinamientos en los últimos 15 meses. En el primero, desde el 14 de marzo hasta el 25 de mayo de 2020 -primer día en el que se permitió la apertura de terrazas con limitaciones de ocupación de hasta el 50%-, bares y restaurantes permanecieron con la persiana bajada un total de 72 días. Después llegó el confinamiento de 14 días en agosto. "Nos pillaron con todo el género a traición, sin aviso. Parece que apretar el botón les cuesta muy poco", critica Rafael Miquel, dueño del Asador Casa Florencio. 

Apenas unos meses después, el 19 de octubre, la Junta ordenó el tercer confinamiento de la capital ribereña. Los establecimientos se vieron obligados a limitar el aforo al 50% tanto en espacios interiores como exteriores. Aquel aislamiento apenas duró 72 horas, ya que el segundo estado de alarma decretado por el Gobierno central, el 25 de octubre, lo dejó sin efecto. 

Sólo una semana después, el 6 de noviembre, el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, ordenó el cierre de hostelería y centros comerciales. En Aranda, esta medida duró prácticamente un mes, hasta el 4 de diciembre, cuando reabrieron las terrazas. A partir del 11 de diciembre, se produjo un alivio de las restricciones y la hostelería arandina y ribereña volvió a acoger clientes en su interior. Eso sí, con una limitación de aforo del 33% y del 75% en terraza. 

Apenas hubo que esperar al 12 de enero para que el Gobierno regional anunciara el tercer cierre de bares y restaurantes (a excepción de las terrazas, a las que se dio la opción de mantenerse en un 50% -para los que se atrevieran por el frío- y de los pedidos de comida a domicilio). En el caso de Aranda, se alargó durante 44 días, hasta el 26 de febrero. El Ayuntamiento y la Asociación de Hosteleros (Asohar) remitieron un escrito a la administración regional sin éxito. 

Y desde entonces hasta hoy, día en el que muchos restaurantes, especialmente los asadores tradicionales, volverán a colgar el cartel de cerrado. Clausurar el interior equivale a clausurar estos negocios. En principio, serán catorce días. 

En total, la hostelería arandina ha permanecido con el candado durante 158 días entre los cuatro cierres que ha sufrido desde marzo del año pasado. Si se suman los dos confinamientos adicionales de Aranda, la cifra se eleva hasta los 175 días, el equivalente a casi medio año (5,83 meses). Y, siempre, eso sí, con restricciones de aforo. 

"Un infierno". El Asador Casa Florencio, cerrado desde noviembre, tenía previsto abrir sus puertas de nuevo el jueves. Ya no lo hará. Su dueño, Rafael Miquel, critica que en la Junta no hayan "mirado un poco más allá, porque es un problema que está a 10 kilómetros", en referencia al brote de La Aguilera, y asegura que, hasta ahora, el sector ha recibido "migajas dejándonos abrir un poco". 

También El Lagar de Isilla o el Mesón El Pastor tenían prácticamente llenos sus comedores -el 30% que se permite- para el fin de semana, comuniones incluidas. "Creo que hay otras alternativas a los cierres de la hostelería, como hacer cumplir las normas. Su incompetencia la pagamos nosotros", zanja rotundo José Zapatero.