La reina del 'Yayagram'

H.J.
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La burgalesa Felisa Romano se hace mundialmente famosa en las redes sociales gracias a un invento de su nieto Manuel para que pueda comunicarse mejor con su familia

Nieto y abuela posan con el artilugio, que traduce a un lenguaje analógico los chats del móvil - Foto: Patricia

Felisa Romano tiene una larga vida, pues ya ha cumplido los 96 años, pero nunca se había visto en otra igual. Su nieto Manuel Lucio Dallo, residente en Burgos como ella, la ha hecho mundialmente famosa al difundir en las redes sociales el ‘Yayagram’, un invento casero diseñado para que pueda comunicarse mejor con su familia sin las dificultades que para muchos mayores suponen los teléfonos móviles.

Ingeniero informático, un día se propuso saltar las barreras que para su yaya, como llama cariñosamente siempre a su abuela, pudiera enviar y recibir mensajes a sus cinco nietas y dos nietos. "La mayoría de ellos vive fuera de Burgos, así que la pandemia y sus consiguientes restricciones de movilidad hacen más difícil que se vean", explica. Además Felisa ha perdido oído, con lo que por teléfono tienen que gritarse demasiado.

La solución ha sido convertir los mensajes digitales en un aparato lo más analógico posible que ella pueda entender. Como está diseñado para la yaya y se basa en la aplicación Telegram (similar a Whatsapp), el ingenio de Manuel hizo el resto para bautizarlo con un pegadizo nombre, que sin duda ha ayudado a que triunfase en Twitter.

A su inventor le consta que la idea ha llegado al menos a Argentina, México, Estados Unidos, Francia, Rusia e Italia. Él ha contado paso a paso cómo se fabrica y cómo se utiliza, y aunque no le consta que nadie lo haya puesto en marcha todavía espera que a más de un yayo o yaya les pueda servir.

La apariencia del Yayagram es la de una antigua centralita telefónica pero del tamaño de una caja de galletas. Un cable parte de una conexión tipo jack donde pone ‘Yaya’ y la clavija del otro extremo puede conectarse con los nombres de cada uno de los nietos, de forma que pueda elegir con quién comunicarse, aunque también tiene la opción de "todos" para hacer una multidifusión.

Tras actuar como una de las operadoras de ‘Las chicas del cable’, Felisa solo tiene que pulsar un botón rojo para que el micrófono incorporado grabe su voz y lo envíe en forma de archivo de audio a la cuenta de Telegram del destinatario. Y cuando los nietos quieran devolverle el mensaje o iniciar otra conversación, escribirán lo que deseen en sus teléfonos móviles, lo mandarán al contacto de la yaya como si fuera otro usuario cualquiera y aparecerá impreso en un papel térmico como los de los tickets de cualquier comercio, para que ella pueda tocarlo y leerlo.

115 euros de presupuesto. Es un mecanismo aparentemente sencillo, y su creador insiste en que lo es, pero para fabricarlo se necesitan unos mínimos conocimientos de programación, de electrónica, comprar una raspberry que es una especie de mini ordenador con el tamaño de una tarjeta de crédito y conectar a ella los jacks, el micro y la impresora térmica. En total, un presupuesto de 115-130 euros.

Manuel pudo hacerlo gracias a su profesión. Trabaja en el control de versiones de motores gráficos de videojuegos, para una empresa danesa llamada Unity que tiene una delegación en el parque tecnológico de Boecillo (Valladolid). "Mi abuela no sabe muy bien qué es eso, aunque sabe que su nieto es informático", cuenta.

Habrá que darle tiempo a Felisa para que se acostumbre al Yayagram, un "cacharro" al que todavía mira con la curiosidad de quien descubre por primera vez una novedad tecnológica, pero cuando le coja el tranquillo igual se envicia como le pasa ahora con la lectura. Se maneja a la perfección con el libro electrónico y el iPad, y precisamente estos días está dando buena cuenta de Tú no matarás, de Julia Navarro.

Mientras ella se enfrasca en la novela, la repercusión de la historia del artilugio inventado en su honor no deja de dispararse. Ha superado los 30.000 "me gusta" y los 11.000 retuits en Twitter, ha reventado las notificaciones del móvil de sus nietos y sigue alimentándose con la velocidad que conllevan los tiempos modernos. Felisa Romano, 96 años y la yaya más viral de la semana.