Herencias para que la solidaridad siga viva

Ana Rodrigo (EFE)
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Una joya, una casa, unos ahorrillos... Muchas personas legan parte de sus bienes a entidades en las que confían para que sigan con su labor

Herencias para que la solidaridad siga viva

Prométeme que harás lo que sea para salvar la tierra», pidió Sergio, de 16 años, a su madre la tarde anterior a su muerte por una enfermedad degenerativa. Ese mismo día, sus padres decidieron indicar en su testamento que una parte de su herencia fuese a parar a la ONG Greenpeace.

En el caso de Pepa Andrade, de 75 años, superviviente de un cáncer y que tiene claro que apoyar la investigación es pensar en el futuro de su familia, fue ella misma la que dio los pasos para que parte de sus bienes se destinen, el día que ella muera, a Cris contra el Cáncer: «Para que sigan luchando contra esta enfermedad y salvando vidas».

Sus deseos en vida quedaron así recogidos en legados o testamentos solidarios a ONG, que emplean esas donaciones en proyectos educativos, de medio ambiente, investigación o cooperación internacional, entre otros ámbitos porque la acción es muy amplia.

Hace unos días conocíamos que una maestra y amante del arte, Carmen Sánchez, legó todos sus bienes al Museo del Prado para adquirir obras de arte. Tras la subasta de su piso y con una importante cantidad de dinero se han comprado 15 cuadros, que suman dos nuevas mujeres artistas a esta pinacoteca.

Un apartamento, parte de tus ahorros, una joya o 200 euros... «No hay herencia pequeña; cualquier donación que se haga en un testamento, por pequeña que sea, puede lograr grandes cambios», explica Israel Quesada, responsable de Herencias y Legados de Unicef.

Eso es un legado solidario, una donación de una parte de una herencia o de toda, para apoyar tras su muerte el trabajo de organizaciones y entidades con las que se comparte el compromiso con las causas solidarias.

En España se firmaron 1.026 testamentos solidarios en 2020, según los datos del Consejo General del Notariado.

Una fórmula de donación que ha ido aumentando con los años, pero que aún está lejos de las cifras de algunos países europeos, como el Reino Unido en los que los legados solidarios suponen el 7 por ciento del total, mientras que en España apenas alcanza el 3 por ciento.

Desde 2007, cuando se registraron 237 legados, hasta hoy se han cuadriplicado los testamentos solidarios: 2008 (296), 2009 (643), 2010 ( 655), 2011 (784), 2012 (951), 2013 (1.003), 2014 (973), 2015 (1.066), 2016 (1.037), 2017 (1.153), 2018 (1.134), 2019 (1.163) y 2020 (1.026).

Durante estos meses de pandemia, se ha detectado un aumento de las personas que reclaman información sobre esta práctica solidaria, explican desde la campaña HazTestamentoSolidario.org, que agrupa a 22 de las ONG con mayor impacto en distintos ámbitos. «Hacer testamento es un trámite que en España cuesta incorporarlo al día a día, pero con la COVID-19 quizá hemos visto cómo han muerto abuelos, padres u otro familiar cercano y hemos pensado que es mejor dejar todo arreglado.

Mucha gente ha decidido hacer testamento y ha conocido o se ha informado sobre los legados solidarios», asegura Leyre Ayastuys, de esta plataforma.

Para hacer un legado solidario lo más sencillo es hacer un testamento, recomienda el representante de Unicef, quien coincide en que «el testamento es importante para nuestra vida porque nos ayuda a organizar nuestras preferencias, pero también facilita la vida a los herederos».

«No se deja de lado a los herederos, que tendrán su parte legal, la donación se hace sobre ese tercio de libre disposición, que se puede utilizar para lo que desee; cuando no hay herederos, puede incluir como heredera universal a una entidad o a varias organizaciones», aclara el responsable de Unicef.

En el caso de esta organización de atención a la infancia, esas donaciones son especialmente importantes porque los fondos que se obtienen de la venta de ese bien o la cantidad económica si es en efectivo «se destinan a los proyectos más urgentes y con mayores necesidades en ese momento».

 

Tu piso salva vidas   

Tu casa puede convertirse en una escuela para niños de una comunidad en Centroamérica o tu coche puede salvar la vida a más de 400 niños combatiendo la desnutrición aguda con alimentos terapéuticos en África.

«Este año de pandemia los resultados de los legados solidarios van a dar un avance positivo; la gente se está dando cuenta de que hay muchas necesidades por el mundo y que dejar una parte de tus bienes puede ayudar a que miles de familias que viven en países en desarrollo tengan un futuro más justo», destaca Alberto Mora Sevillano, de Manos Unidas.

Según el responsable de Herencias y Legados de la organización católica, han aumentado tanto las personas que solicitan información «sobre la posibilidad de hacerlo, y también las que vienen con una decisión firme, porque llevan años colaborando y conocen los proyectos de Manos Unidas», casi un millar en 57 países del mundo.

«Nuestros donantes no suelen hacerlo exclusivamente a una entidad, sino que en muchas ocasiones buscan un equilibrio entre las que se dedican a cooperación, medio ambiente o infancia; compartimos mucho con Cáritas, que hace un poco más labor social nacional y Manos Unidas a nivel internacional», añade.

Los testamentos solidarios suponen entre un 13 y un 18 por ciento de los ingresos de la organización; en 2019, fueron algo más de cinco millones de euros, indica Mora. Interpreta la reducción de legados solidarios durante 2020 a las limitaciones administrativas como consecuencia de la pandemia en notarías y registros, pero vaticina que en 2021 se va a notar el impacto de la solidaridad.

Como recuerdan desde Manos Unidas: «Hacer testamento no es cuestión de edad; es una manera de reflexionar sobre quién hará un mejor uso de lo que tenemos», y hacer un legado solidario «permite seguir luchando por un mundo más justo para nuestros descendientes».