La mayoría respeta el nuevo toque de queda

I.E.-C.M.
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La ciudad se apagó a las 20 horas y las calles quedaron desiertas con el cierre de los bares y la fuerte presencia de la Policía Nacional y Local, que patrullaron en coche y dialogaron con los remolones

La Policía patrulló para que se cumpliera el toque de queda. - Foto: Valdivielso

Quizás por el carácter cumplidor castellano o, tal vez, por la intensa niebla y la bajada en picado de la temperatura, que no invitaba a estar en la calle, la mayor parte de los ciudadanos y negocios respetaron ayer el nuevo toque de queda que obliga a estar en casa a las 20 horas en lugar de a las 22 como hasta ahora. También ayudó el importante despliegue de la Policía Local y Nacional cuya presencia disuadió a los remolones o díscolos, que todavía apuraban sus consumiciones en las terrazas media hora después. 

Sobre las 19.40 horas muchos de los comercios de las calles Santander y San Juan ya estaban echando el cierre ante la falta de clientes. Las mayoría habían emprendido el camino de regreso a casa o esperaban en la parada la llegada del autobús. El paseo del Espolón todavía acogía a esa hora a sus últimos paseantes para quedar completamente desierto media hora después y con un aspecto fantasmal.

Las zonas de ocio, menos bulliciosas que otros días, también empezaban poco a poco a apagarse. En Las Llanas y la Flora los camareros recogían las mesas a medida que se levantaban los clientes de las terrazas aunque en algunos casos no lo hicieron hasta que una patrulla de la Policía Local les invitó a ello. Lo mismo sucedía en la Plaza Mayor, donde a las 20 horas prácticamente no quedaba nadie.

Algo más tardaron en despejarse algunos negocios de la calle Los Herreros. A los clientes les daba pereza irse a casa y se quejaban de lo «injusto» de tener que retirarse a casa y se jactaban de estar «fuera de la ley». Lo mismo ocurrió en la calle Sombrerería. Solo la presencia 'pedagógica' de los agentes consiguió que se levantaran de las terrazas. «Por favor, recojamos y nos vayamos para casa», les indicaron por megafonía dentro del vehículo policial.

Algunos grupos de jóvenes se resistían a irse a casa y se dispersaron hacia el entorno de la Catedral en unos casos y en otros hacia la zona de la plaza de Santa Teresa y el Museo de la Evolución, tras el coto al botellón en Venerables. Poco a poco el centro, la zona neurálgica de la ciudad, se fue apagando y solo los repartidores de comida a domicilio, que desafiaron al frío, y las luces de las patrullas de vigilancia aportaban algo de color a la inhóspita noche. A las 21 horas prácticamente no había tráfico y una hilera de media docena de taxis esperaban en la parada de la plaza de Mío Cid la llamada de algún cliente que no llegaba.

En el caso de Gamonal, el barrio no quedó desierto, como sí sucedió cuando entró en vigor el toque de queda de las 22 horas, algunos remolones y rezagados sí se pudieron ver por el barrio, aunque hay que tener en cuenta que los supermercados y tiendas de alimentación permanecieron abiertas, lo cual dio excusa a algunos ciudadanos a estar por la calle.....

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