Dos siglos de los Sevilla de Pradoluengo

B.A.
-

Arturo Abellán recoge en dos libros la historia de su familia, una las sagas textiles de la villa que cerró su taller en 1929 y emigró después

Arturo Abellán Sevilla ha dedicado siete años a recuperar la historia de su familia. - Foto: DB

Fueron una de las familias señoriales de Pradoluengo, pudiente e industrial del sector textil. Fundaron su taller a finales del siglo XVIII y lo cerraron en el primer tercio del XX. Su historia, marcada por guerras, por la emigración del pueblo hacia la ciudad y por la agitación social, política y económica de la España de los dos últimos siglos queda ahora reflejada en Los Sevilla de Pradoluengo, escrito por uno de los miembros de esta saga, Arturo Abellán Sevilla, un trabajo al que ha dedicado los últimos siete años de su vida y muchas horas de documentación y charla buscando testimonios e información con el que rendir un homenaje a su familia en forma de un libro que va un poco más allá. «No solo es la historia de mi familia, sino de la España en la que han ido viviendo desde 1830 hasta ahora», señala el autor de la publicación. 

Una vuelta a sus orígenes que quedan descritos en dos tomos, 800 páginas que arrancan en 1830, cuando el tatarabuelo de Arturo Abellán, el primer Sevilla al que hace referencia en el libro, se marcha a la Guerra Carlista para volver después y continuar con el negocio familiar. «Luchó en el ejército liberal, pero por convicciones educó a sus hijos en el ultracatolicismo. Otro de mis antepasados, que  fue secretario de Estado de Justicia para Carlos VII, tuvo que vivir el exilio en Roma. Mi familia era ultra reaccionaria», reconoce el autor, que de alguna forma a través de estás páginas consigue explicar como eran sus antepasados y el por qué. «En aquella época o eras un obrero de izquierdas o un integrista conservador para diferenciarte del resto del pueblo».  

En su libro cuenta como el taller  textil cerró cuando su bisabuelo murió en 1929. Para entonces, su abuelo Teófilo ya había decidido estudiar y no continuar con el negocio. «Trabajó durante años como registrador da la propiedad en Belorado, donde iba desde Pradoluengo en coche, cuando casi nadie tenía uno», cuenta Arturo, que describe que después, cuando comenzó la Guerra Civil, en 1933, su abuelo y sus primeros cuatro hijos (tuvo 10) se marcharon del pueblo para acabar viviendo en Madrid. «Mi madre ya nació en la capital, pero mis abuelos, mis tíos y mi madre pasaron todos los veranos en Pradoluengo, cuando estos duraban tres meses, toda su infancia y adolescencia la pasaron al 30% allí». Lo hicieron en la conocida como casa de los Sevilla, frente al mercado, que se terminó vendiendo y los nuevos propietarios derribaron hace casi dos décadas. 

nostalgia. Unos años después, en un ataque de nostalgia al recordar todo lo que habían perdido con aquel edificio, empezó a pensar en este libro Arturo Abellán, que no se ha desvinculado nunca de Burgos porque su abuelo compró una finca entre San Miguel y Puras de Villafranca, que heredó su madre y en la que han pasado muchas temporadas. «Todos los veranos visitábamos Pradoluengo, aunque ya no tuviéramos una casa en la que estar», comenta el autor del libro, que asegura que escribirlo le ha hecho volver más al pueblo, conocer gente e incluso está buscando una casa que comprar para pasar largas temporadas. 

Una historia familiar cargada de alegrías, tristezas, sufrimientos y esperanzas. Alegría como la que supuso el nacimiento de su madre, la hija pequeña de su abuelo, cuando su abuela ya pasaba de los 40; tristeza como el fusilamiento de su tío Vicente, un sacerdote escolapio; sufrimiento como el de una de sus tías, que consiguió que dos de sus hijos sobrevivieran después de haber fallecido a los pocos meses de vida los diez anteriores; y esperanza la suya, la de retomar de esta forma el contacto con su pueblo. Todo ello cargado de un tema tan actual como lo es también durante los dos últimos siglos, el éxodo rural, la España vaciada y la vuelta a los pueblos. «No solo para buscar los orígenes, sino también como forma de vida, por recuperar la salud, aunque para ello hagan falta más medios y servicios», recuerda ArturoAbellán en una clara reivindicación para que las administraciones inviertan más en el medio rural.