Cerca de las siete de la tarde, la curva del caudal del Ebro a su paso por Miranda de Ebro entró en una zona de meseta tras marcar un máximo de 958 metros cúbicos por segundo a las 18 horas y muchos vecinos empezaron a pensar ya en irse a dormir para coger fuerzas porque saben que hoy les espera un día de fango y balance de daños. La riada golpeó a la ciudad más y mucho antes de lo esperado, aún en el peor de los escenarios previstos por el Ayuntamiento, que acertó al incrementar al alza las previsiones iniciales de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) pero que también vio como el agua se anticipaba.
Las clases se tuvieron que suspender en el Instituto Fray Pedro de Urbina y en los colegios Sagrados Corazones y Anduva. Los juzgados fueron desalojados sobre las 13 horas y también acabó por cerrar el centro de salud Miranda Oeste, donde a media mañana decenas de personas hacían cola rodeadas por el agua mientras esperaban a ser llamadas para una PCR. Eso sí, lo de la espera en la calle no se le puede achacar ni al río ni a la Confederación, sino a la estrechez de las instalaciones.
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