Qué había contra Rodrigo y qué apunta a Ángel Ruiz

I.E. / Burgos
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Indicios que se desmoronaron. La Policía reunió una prueba y 7 indicios para acusar a Rodrigo, pero los fiscales y la jueza de menores dijeron que eran hipótesis

Qué había contra Rodrigo y qué apunta a Ángel Ruiz

La Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Policía Nacional destinó tres equipos distintos de investigadores a este caso entre 2004 y 2010, cuando fue archivada la causa contra Rodrigo. El último fue el que elaboró el atestado que apuntaba al único superviviente de la familia Barrio. El único dato que podía calificarse como prueba se cayó a las primeras de cambio. El resto también, no llegaron a la categoría de indicio para los fiscales y la jueza.

Llaves del coche. La investigación aseguraba que se llevó de la escena del crimen una de las dos únicas llaves del coche de su padre, con el fin de salir  por la puerta del garaje. Lo cierto es que a Rodrigo le encontraron, recuerdan los fiscales de Menores, una llave de avería, que solo arrancaba el coche, no abría el maletero ni la guantera. Le hubiera incriminado una llave completa -que es la que usaba el padre-. Además, en principio se pensó que solo había 2 llaves, así lo confirmó Audi España. Un vendedor de Burgos llevó la contraria a la empresa al señalar que no había dos sino cuatro. Este indicio es lo que llevó a los fiscales a solicitar su internamiento en  el Zambrana en junio de 2007. Pero salió a los 3 días, cuando la evidencia se vino abajo. Ésta era la prueba directa.

Llaves del piso. La puerta de la vivienda de Jesús María Ordoño no estaba forzada. Bien pudo abrirla el asesino o bien pudieron franquearle la puerta si la persona era de confianza. Los investigadores determinaron que Rodrigo tenía una copia del juego, extremo que él siempre negó. La jueza de Menores, Blanca Subiñas, consideró que si fuera cierto que las tenía «no permitiría deducir sin más que las utilizó para entrar en la casa y matar a su familia».

Anillo de la comunión. Julia, la madre de Rodrigo, solía portar en un colgante un anillo grabado con las iniciales R.B., que le regalaron a su hijo mayor el día de la comunión. Dicha joya apareció en un registro de la casa donde vivía con sus tíos maternos en Queirugás (Orense). Se encontraba en una caja donde el muchacho guardaba sus pertenencias en Galicia. Sus tíos aseguran que su hermana la llevaba siempre colgada del cuello. El abogado Pedro Torres, que representa a Félix, hermano de Salvador, recuerda que no se demostró si Julia llevaba ese anillo el día del asesinato.

Cajetillas de tabaco. Los investigadores creen que Rodrigo entró en su casa a los pocos días del crimen para cambiar unas cajetillas de tabaco que escondía en el cuarto de baño por otras de otra marca. El objetivo era no vincular unas colillas halladas en el piso de ascensores del edificio con Rodrigo, lo que podía situarle como autor de una pisada muy similar a las que aparecieron en la escena del crimen. Sin embargo la jueza consideró que la entrada de muchas personas en la casa a causa de la investigación pudo ocasionar el cambiazo. Incluso pudo cometerse un error al inventariarlas.

Huella de la zapatilla. A lo largo de la investigación la huella de la zapatilla que apareció en varias pisadas en el piso de jesús María Ordoño osciló -dependiendo del análisis- entre un 42 y un 46. La última pericia que encargó la Policía a la casa Dunlop determinó que podía estar entre un 44 y 45, lo cual coincidía con la  talla que usaba Rodrigo a los 16 años. Ahora bien, ningún testigo dijo que el muchacho usara esa marca de deportivas ni si tenía otras en su poder. «Que el dueño de una tienda hubiera dicho que Rodrigo usaba esas zapatillas -por ejemplo-, porque eran sus preferidas, hubiera sido un indicio», explica la jueza Blanca Subiñas.

El móvil de la herencia. Los investigadores calcularon que Rodrigo heredaría 1 millón de euros con la muerte de sus padres, un argumento que no convenció ni a los fiscales ni a los jueces. «Establecer un móvil es lo fácil, es un poco de película americana; yo me centro en los hechos», señala Blanca Subiñas.

El móvil del odio a su hermano y su familia. La propia Policía Nacional denominó ‘Operación Caín’ a la investigación sobre Rodrigo, un apelativo que ya denota que la UDEV pensaba en el odio a su hermano y sus padres como posible móvil de los crímenes. Dibujos en los que aparecían guillotinas y leyendas como ‘ETA mata’ contribuyeron a pensar que fuera víctima del síndrome del príncipe destronado. Pero los fiscales de Menores señalan que ninguno de estos extremos quedó acreditado en los exámenes psicológicos.

¿Psicopatía? Todos los informes forenses que solicitó la Fiscalía de Menores en el año 2007 hablaron de que tenía una personalidad dentro de la normalidad. «No tenía una personalidad psicopática ni muchísimo menos», afirma José Fernández, uno de los fiscales de Menores, quien recuerda que fue sometido a varios exámenes. Al menos tres. Uno de una clínica forense de Orense, otro de la orientadora del colegio La Aguilera y otro del equipo técnico del Juzgado de Menores.

Viaje desde La Aguilera. Ángel Galán, excomisario de la UDEV, reconoce que no aportó ninguna prueba de que Rodrigo viajara desde el colegio arandino hasta la capital. Pero al mismo tiempo afirma que «no hay nada que demuestre que no salió entre las 22 horas del domingo y las 10 de la mañana del lunes». Esta conjetura, señaló Blanca Subiñas en el auto de archivo, «de por si sola es capaz de neutralizar todas las sospechas sobre Rodrigo Barrio».