"Lo crearon mis padres y tira mucho; quiero que perdure"

I.E.
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Verónica, ingeniera informática, es el futuro del Asador San Lorenzo, que fundó José Manuel, su padre, hace ahora 19 años

José Manuel Lorenzo y su hija Verónica, a las puertas del restaurante, en la carretera de Poza, en Villímar. - Foto: Valdivielso

Verónica es ingeniera informática, pero desde niña ha vivido con pasión el oficio de sus padres, la hostelería. En estos momentos aplica sus conocimientos universitarios al funcionamiento del negocio y ha colocado al Asador San Lorenzo en una posición de privilegio en las redes sociales, lo que ha hecho posible ganar otro tipo de clientela, más allá de la procedente del polígono de Gamonal, ahora Burgos Este. Esta burgalesa de 38 años -casada y con dos hijos- es la heredera natural -también sus hermanos Patricia, José Manuel y Daniel- de un restaurante que fundó su padre, José Manuel Lorenzo, en el año 2000, y del que también es titular su esposa, Esperanza Mena.

José Manuel, de 62 años, todavía no piensa en jubilarse, pero cuando lo haga asegura que continuará acudiendo al establecimiento. «Mi idea es seguir ayudando hasta que me muera», bromea. Su mujer, de 65, tampoco valora retirarse pero lo que ambos tienen claro es que «el futuro es ella». Verónica, por su parte, advierte de que el restaurante «será también» para sus hermanos si éstos quieren. En la actualidad, la hija mayor es una trabajadora más -quien lleva las riendas es su padre- pero algunas de sus ideas están dando otro aire al negocio, sobre todo en lo que tiene que ver con su presencia en redes sociales. «Ahora en verano, un 70% de los clientes son turistas que nos conocen por internet y por la buena opinión que dan otros clientes cuando salen», comenta.

Verónica lleva involucrada con la marcha del mesón «desde el primer día», desde que tenía 19 años, cuando empezó a estudiar la carrera. «Fue complicado», confiesa, porque  tuvo que perderse clases y «tirar de los fines de semana» para hincar codos y sacar las asignaturas adelante. Pero se trata de un mundo que le encanta y desde el principio tuvo claro que en el futuro llevaría el negocio. «Esto te tira mucho, es algo que han creado tus padres y que deseas que perdure», indica. Para ello, eso sí, cuenta con el apoyo de su marido, de manera que puede sacar tiempo para compaginar su vida profesional y familiar. «Si te lo montas bien, sacas tiempo», resalta.

Que el asador sea su pasión tiene su explicación, pues sus padres siempre han estado ligados a este oficio. José Manuel, zamorano, se marchó a los 14 años a Marbella, a estudiar a la escuela de hostelería. «Al terminar después de 3 años todo el mundo salía con trabajo», recuerda. Él también, su destino iba a ser un parador de Gerona, pero la comunión de un primo en Burgos cambió su vida. Se quedó aquí y trabajó en varios restaurantes, en uno de los cuales conoció a su mujer, donde también trabajaba a como empleada. Tras un periplo por varios establecimientos decidió poner en marcha su propio negocio, el mítico bar Tizona, que estaba ubicado al principio de la calle Vitoria, antes de llegar al restaurante Ojeda. Los últimos años de esa aventura los compaginó con la concesión de las cafeterías del hospital Yagüe, de las que fue adjudicatario hasta 1999. En ese momento ya tenía en mente su siguiente proyecto, el del Asador San Lorenzo, que empezó a dar sus primeros pasos en 2000.

Se instaló en Villímar y en un principio se sorprendió de lo bien que le iba. En 2008 llegó la crisis económica, que «pegó muy fuerte», y tuvo que ajustar plantilla, pero se ha recuperado. En estos momentos, el establecimiento cuenta con siete trabajadores más el matrimonio de propietarios y a buen seguro que tiene por delante un gran futuro, dada la ilusión de su hija Verónica.

 

HISTORIA

Este establecimiento especialializado en la preparación del cordero lechal al estilo tradicional -en horno de leña- inició su andadura en el año 2000 en el número 81 de la carretera de Poza, en el barrio de Villímar. Gran parte de su ‘parroquia’ procede de las empresas del polígono industrial que está justo enfrente, cuyos directivos y comerciales organizan reuniones de trabajo en este restaurante. La cercanía de este tipo de clientela fue uno de los motivos que animó a José Manuel Lorenzo, el fundador, a abrir el local en esta ubicación. No obstante, su hija Verónica -quien se halla muy involucrada en el funcionamiento del negocio- ha abierto el abanico a través de las redes sociales y ha dado a conocer el asador a todos los burgaleses y a los turistas. No son pocos los viajeros que se acercan hasta allí para degustar sus manjares.