Ni las campanadas por la 1 para ver a Anne Igartiburu y la esperada aparición de Ana Obregón ni las de Antena 3 para extasiarse con el vestido-mascarilla-delantal de la Pedroche. En Neila no existió la Nochevieja.

Algunos vecinos, los menos,  oyeron las campanadas por radio, pero la gran mayoría se quedó a dos velas, nunca mejor dicho, pero eso sí echando mano del ingenio para al menos despedir este nefasto año y dar la bienvenida a un esperanzador 2021, al golpe de cucharas y cacerolas y remarcando una a una las horas mientras daban cuenta de las uvas. En cada casa se solventó como se pudo la situación, pero la cena no resultó ni mucho menos como se había planificado, quedando sin servir buena parte del menú previsto para dar cuenta de él al día siguiente, es decir, ayer, al no poder usar las cocinas eléctricas. En las casas antiguas, con cocina económica, lo tuvieron más fácil para terminar de preparar la cena.

Neila vivió una Nochevieja de pesadilla, sin luz, sin teléfono sin internet... vamos, como el hombre de Atapuerca. Una noche para olvidar, como el año que acabamos de dejar atrás, aunque por eso mismo tampoco será fácil disociar el año de la covid-19 del año que dejó a oscuras el pueblo en esa noche tan especial.

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