Temporada tranquila para los alérgicos a las gramíneas

A.G.
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El invierno seco y cálido disparó, por el contrario, las consultas de Alergología del HUBU por la sensibilización a las cupresáceas, haciendo que se multiplicaran por cinco los días de espera

El invierno seco y cálido hace prever que los alérgicos a las gramíneas no tendrán demasiados problemas - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

La falta de lluvias y las cálidas temperaturas que se han experimentado este invierno pasado son el indicador de que los alérgicos a las gramíneas pasarán una temporada -que empieza en estos días y durará hasta principios de julio- tranquila. Lo atípico de la estación que acabamos de dejar atrás, por el contrario, ha hecho que muchas personas hayan debutado con alergia a las cupresáceas, según indicó la jefa del servicio de Alergología del Hospital Universitario de Burgos (HUBU), Sonsoles Juste, que explicó que el nivel de nuevos pacientes ha sido tan impresionante que su lista de espera, que estaba en apenas 11 días en el mes de febrero, subió hasta 50, situación que han podido revertir con la contratación de un profesional más (el servicio de Alergología cuenta con 8 médicos).

"Ha sido una situación que no veíamos desde 2011 y que tiene que ver con el invierno tan soleado y seco que hemos vivido. Como ejemplo, en todo 2018 se registraron 1.400 gramos de polen por metro cúbico y en 2019, en solo un día se ha llegado a los 1.200. Esto ha hecho que muchas personas -incluso niños, que es menos frecuente- que eran alérgicas al polen de gramíneas han asociado también sensibilización al de las cupresáceas".

Con la vista puesta ya en la polinización de las gramíneas, que aún está por llegar, esta experta augura que no será muy problemática para los alérgicos a estas plantas: "Siempre tiene que ver con el clima, como decimos, pero también, cada vez más, con la contaminación ambiental. De hecho, en las grandes ciudades hay muchísimos más pacientes alérgicos que en el entorno rural porque toda contaminación facilita la penetración del polen aunque en Burgos ciudad no se alcanza el nivel de contaminación de las grandes ciudades".

Es imposible, asegura Juste, saber cuántas personas hay alérgicas al polen en esta provincia, pero calcula que del 25% de pacientes con algún tipo de alergia, entre el 10% y el 12% lo son a esta sustancia. Todas ellas pueden tener una previsión de cuánto polen hay en el ambiente consultando la página de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, www.polenes.es, donde diariamente se indican estas cifras.

La alergia a las cupresáceas, que tanto se ha incrementado el pasado invierno, debuta con estornudos seguidos, secreciones nasales continuas, ojos rojos, picor de garganta y otros síntomas como edemas de párpados. Los médicos de Atención Primaria que, según recuerda Sonsoles Juste, están formados para abordar a estos pacientes e indicarles un tratamiento, son los que, a posteriori, les derivan al servicio de Alergología para que sean sometidos a un estudio.

El perfil del pacientes es muy heterogéneo y son dos las causas que hacen que una persona sea alérgica al polen: la predisposición genética -es más probable que sea alérgico alguien cuyos padres también lo son- y la contaminación ambiental. "A estos factores se le suman, además, el del exceso de higiene de las sociedades avanzadas que ha hecho que los anticuerpos que desencadenan la alergia y que estaban para defendernos de parasitosis y otras enfermedades, como estas ya no existen atacan por el polen, que no es nocivo". 

El tratamiento que reciben suele ser sintomático pero como un tercio de los alérgicos termina desarrollando asma bronquial, los especialistas indican inmunoterapia -vacunas- que, según la doctora Juste, han evolucionado significativamente suavizando sus efectos adversos e intensificando sus beneficios: "Si hay asma se debe iniciar la inmunoterapia  porque da buenísimos resultados pero si solo hay rinoconjutivitis no suele merecer la pena, eso queda a juicio de cada profesional".