Terrorismo, una amenaza cada vez mayor

Agencias-SPC
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El Estado Islámico, Boko Haram o Al Qaeda y sus filiales han intensificado su actividad en un continente donde la lucha contra los extremistas se ha convertido en una de sus principales prioridades

Terrorismo, una amenaza cada vez mayor

La presencia de los grupos yihadistas en África es cada vez mayor y, por eso, los países del continente se han propuesto intensificar su trabajo para tratar de frenar el auge del terrorismo en gran parte de sus territorios. Una labor en la que también tratan de ayudar una treintena de naciones europeas, asiáticas y Estados Unidos, que pertenecen a la coalición ministerial contra el Estado Islámico (EI), un grupo extremista que parece haber convertido a África en su objetivo principal.

Pero el EI no es la única organización que opera en la zona. Boko Haram o Al Qaeda -y sus filiales- están intensificando su actividad. Según las estimaciones, hay más de un centenar de grupos que mantienen en vilo al continente, de las que 27 están registradas en la lista de sanciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Preocupa especialmente el aumento de la actividad terrorista en la zona del Sahel -Mali, Níger y Burkina Faso-, donde subió un 43 por ciento entre 2018 y 2021, convirtiéndose en el epicentro de los yihadistas. Pero la violencia va más allá de esas fronteras, con miles de muertos en los atentados que se suceden por un territorio que se ve obligado a estar en alerta.

Sahel

Terroristas afiliados a Al Qaeda como el Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM), y al EI, como el Estado Islámico del Gran Sáhara (EIGS), multiplican sus atentados y prosiguen su expansión y rivalidad por el Sahel, aunque sus acciones se fijan preferentemente en Níger, Mali y Burkina Faso.

La llegada de células terroristas a la región trajo consigo el incremento de organizaciones yihadistas en una zona donde ya operaban grupos como el nigeriano Boko Haram u otras filiales de Al Qaeda.

Boko Haram, que en 2015 juró lealtad al EI, sufrió una escisión en 2016 por motivos religiosos y estratégicos. Nació así otra de las facciones terroristas más agresivas de la zona, el Estado Islámico en la Provincia de África Occidental (Iswap, por sus siglas inglés), que se enfrenta a milicias afines a Al Qaeda, como el Frente de Apoyo para el Islam y los Musulmanes.

Los terroristas afines a Al Qaeda y el Estado Islámico compiten por la fidelidad de los grupos locales y llevan a cabo ataques indiscriminados contra la población civil y los gobiernos establecidos.

La sucesión de muertes por atentados yihadistas refleja la inestabilidad de la zona. Solo en 2021 se contabilizaron siete grandes atentados con más de 40 muertos cada uno.

El informe del Índice de Terrorismo Global de 2022 apunta que las muertes por terrorismo han aumentado en más de un 1.000 por ciento entre 2007 y 2021 en el Sahel. Unos y otros se aprovechan además de los conflictos internos y la violencia intercomunitaria para afianzar su posición, obtener recursos, reafirmar su influencia y ampliar su campo de acción.

Nigeria

Desde su escisión de Boko Haram en 2016, el Estado Islámico en la Provincia de África Occidental se ha convertido en el principal grupo terrorista de Nigeria. En las zonas rurales del noreste del país, donde, según datos del Banco Mundial, más del 70 por ciento de la población permanece bajo los umbrales de la pobreza -casi el doble de la media nacional-, los terroristas han conseguido que muchos jóvenes desempleados pasen a engrosar sus filas de combatientes.

Ese hecho ha mejorado su capacidad militar, convirtiéndolo en un grupo capaz de organizar potentes ataques contra los civiles o el Ejército, advirtió el laboratorio de ideas International Crisis Group (ICG). Su violencia, así como la de Boko Haram, han obligado a unos 2,9 millones de personas a abandonar sus hogares.

El impulso del EI contrasta con la baja capacidad del Estado para controlar ese avance, que se deja sentir incluso en países vecinos, como Camerún, Chad o Níger, donde también atenta el Iswap.

Algo similar sucede en Burkina Faso, donde los grupos terroristas procedentes de otros países de la región del Sahel, como Mali y Níger, encontraron desde el año 2015 un refugio para hacerse fuertes y seguir extendiendo sus tentáculos por la región.

En el este

En el este del continente, el EI se ha atribuido la responsabilidad de algunos ataques en Mozambique del grupo Al Sunnah wa Jama'ah (Adeptos de la tradición profética), conocido por la población local como Al Shabab (Juventud, en árabe), que no guarda relación con la organización yihadista homómina de Somalia. Ese grupo aterroriza la provincia septentrional de Cabo Delgado desde octubre de 2017, si bien aún no se ha demostrado que los mozambiqueños reciban órdenes directas del Estado Islámico.

Los ataques de Al Shabab han disminuido notablemente desde que en julio del año pasado Ruanda y la Comunidad para el Desarrollo de África Meridional (SADC) enviaron fuerzas militares para atajar el yihadismo.

Tampoco están claros los vínculos del EI con las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF), un grupo de origen ugandés que en 2021 mató a alrededor de 1.260 personas en el noreste de República Democrática del Congo (RDC), según datos de la ONU.

Los objetivos de esta milicia son difusos más allá de una posible vinculación con el Estado Islámico, que en ocasiones se responsabiliza de sus ataques.

Argelia, Libia y la cuenca mediterránea

Argelia actúa contra elementos yihadistas en la inhóspita y extensa área fronteriza con Mauritania, Níger y Mali, donde la radicalización se mezcla con el vandalismo.

Después de la muerte en 2020 del líder argelino de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), Abdelmalek Droukde, por un ataque francés en Mali, el grupo se ha ido trasladando hacia otros escenarios del norte de África, como Libia, donde el bloqueo político hace tambalearse a un país en el que las milicias extranjeras, radicales y bandas criminales entran en el juego de la división política.

Otra de las preocupaciones que puede afectar a la cuenca mediterránea es la filial egipcia del EI, Wilayat Sina, que suele reivindicar atentados, principalmente en el norte y centro de la península del Sinaí (este de Egipto), donde tiene su centro de operaciones próximo a la frontera con Gaza. Wilayat Sina se responsabilizó el pasado 7 de mayo de una acción en la que murieron al menos 11 militares egipcios, uno de los peores ataques en los últimos años contra las Fuerzas Armadas, que se produjo en el oeste del Sinaí y muy cerca del canal de Suez.