La desinfección, al rescate

C. Mateos (EFE)
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«Podemos limpiar cualquier recinto. Pero hay que tener en cuenta que el riesgo está sobre todo en las personas», recuerda Jordi Tapias, director de la empresa Anticimex

La desinfección, al rescate

Dadas las circunstancias, resulta difícil anticipar en qué momento y en qué condiciones volverá el deporte profesional a ponerse en marcha tras la crisis sanitaria del coronavirus, pero sí parece cada vez más claro que cuando esto suceda se habrán tomado previamente todas las precauciones pertinentes.

En este sentido han cobrado especial importancia las empresas de desinfección, esenciales para eliminar todo rastro del virus en cualquier recinto donde se reúnan grupos de personas como lo serán en el futuro los estadios y los pabellones deportivos.

Una de ellas es Anticimex. Su director técnico, Jordi Tapias, explica cómo se lleva a cabo este proceso que pronto tornará en familiar ante la necesidad de garantizar la seguridad sanitaria para los deportistas y los espectadores.

«En un estadio abierto se usan máquinas grandes que proyectan un chorro de producto nebulizado muy fino que cubre las superficies, el cual va acompañado de un aire potente para que puedas, orientándolo, ir trabajando todas las superficies», señala.

«En un recinto cerrado lo que se hace es provocar una especie de neblina en todo el espacio haciendo una película de desinfectante, garantizando que todas las superficies quedan tratadas. Es muy importante cubrirlo todo», indica.

A la hora de detallar el material utilizado en estos procesos, reconoce que no está muy distante del que uno puede tener a mano: «Es un líquido similar al que podemos encontrar en un supermercado. Hay productos en el supermercado que son buenos desinfectantes».

«Uno de los productos que se utilizan para desinfectar es de una familia muy cercana a los suavizantes, por ejemplo. Se llaman productos tensioactivos y trabajan bajando la tensión superficial de los líquidos, actúan como un jabón muy potente que rompe las membranas de bacterias o virus. Otra grupo es el de los oxidantes, que serían semejantes a la lejía. No actúan como el jabón sino oxidando».

A la hora de analizar cuántas personas harían falta para ejecutar la tarea en un estadio calcula, aproximadamente, que bastaría con unas diez trabajando entre cuatro o cinco horas. Su labor, en este caso, no sería más compleja que la que se realiza en otros.

«Hay diferencias porque en función del microorganismo al que te enfrentas tienes que elegir la técnica y el producto que vas a utilizar. En el caso del coronavirus, a pesar de ser un microorganismo muy dañino, se pueden usar muchos y diversos desinfectantes», manifiesta. «No es especialmente resistente a ellos, hay otros que lo son mucho más y nos cuesta mucho más eliminarlos. A veces nos enfrentamos a un tipo de bacterias que son capaces de crecer de una forma especial; o esporas de hongos muy difíciles de liquidar», agrega.

Pese a ello aclara que el principal foco sobre el que centrares es en las personas: «Podemos desinfectar un estadio, cualquier recinto. Pero hay que tener en cuenta que el riesgo está sobre todo en las personas. Desinfectar es imprescindible pero no es lo más importante, lo más importante es el contacto entre personas. Y después está desinfectar esas superficies que puedan contener virus a través de la contaminación de las personas, como las pequeñas gotitas que caen en las superficies», añade.

Tapias reconoce que la época actual es de mucho ajetreo: «Estamos teniendo más volumen de trabajo en desinfección pero también menor en servicios periódicos que se realizaban en empresas que ahora están cerradas como hoteles o locales de restauración. Es muy agridulce porque hay que pensar que no sabemos qué va a pasar, incluso en unos días, con clientes a los que hemos estado años y años cuidando. Si van a poderlo soportar y abrir sus puertas. Nosotros trabajamos en todo tipo de industria y sabemos que algunos lo van a pasar muy mal, que por desgracia no los vamos a volver a tener», completa.

Lo que sí parece claro es que lo vivido cambiará los hábitos: «Las empresas de control de plagas y desinfección siempre decíamos que éramos más especialistas en desratización y desinsectación. A la desinfección la llamábamos un poco la ‘d’ más pequeña».