En un escenario ideal, donde los niveles de contaminación fueran los más bajos posibles en una ciudad, la capital burgalesa dejaría de lamentar 115 fallecimientos cada año. Alrededor del 60% están provocados por las micropartículas en suspensión en el aire, mientras el 40% se achaca al dióxido de nitrógeno.

Estas son unas de las principales conclusiones de una investigación liderada por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), en colaboración con investigadores del Instituto de Salud Pública y Tropical de Suiza y de la Universidad de Utrecht (Holanda), que acaba de ser publicada en la revista científica The Lancet.

El bautizado como ‘Ránking ISGlobal de ciudades’ es un proyecto en curso que tiene como objetivo estimar los impactos en la salud de la planificación urbana y del transporte en 1.000 ciudades europeas. Según sus propios autores, evalúa «distintas exposiciones ambientales relacionadas con la planificación urbana y del transporte como la contaminación del aire, el ruido del tráfico rodado, la exposición a espacios verdes y los efectos de isla de calor». Y lo hace en localidades de más de 30 países europeos con las que establecer diferentes clasificaciones con los resultados.

La primera fase del proyecto se ha centrado en la contaminación del aire por ser «uno de los principales factores de riesgo de enfermedad y muerte en todo el mundo» y se centra en los datos de mortalidad «debido a la falta de disponibilidad de datos sobre enfermedades para todas las ciudades».

En concreto, analiza los fallecimientos a partir de dos elementos contaminantes: las micropartículas finas que están en suspensión en el aire (llamadas PM2,5) y el dióxido de nitrógeno (NO2).

Así, la clasificación incluye a 858 ciudades europeas y se basa en una puntuación de «carga de mortalidad» que a su vez se obtienen mediante un algoritmo que tiene en cuenta las tasas de fallecimientos, el porcentaje de casos evitables y los años de vida perdidos por cada contaminante. Cuanto más alto es la posición de un municipio peor es su calidad del aire, y Burgos se sitúa en el puesto 742 en cuanto a las partículas y en el 664 respecto al NO2. Se encuentra, por tanto, entre las 200 mejores ciudades.

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