Tal día como ayer de hace 20 años murió Eugenio, el cómico catalán que nunca sonreía y cuya voz nasal y cavernosa sigue resonando en la memoria de muchos, gracias, entre otras cosas, a sus imitadores, dos libros, un documental y varios espectáculos impulsados por su hijo tras su muerte.

Pero si el público lo sigue recordando es «sobre todo, por méritos propios», cuenta, precisamente, el hijo de Eugenio, Gerard Jofra, que considera que el humor de su padre es universal y su vida, suficientemente interesante como para hacer una película.

De hecho, el guión de este futuro filme ya está hecho y el contrato firmado con la productora, según anunció Jofra, que espera que se pueda empezar a rodar durante este año en el que se celebran dos décadas de su muerte.

«Detrás de ese aspecto de soso catalán que le hizo famoso, hay una persona muy auténtica que se merece ser recordada», explica Gerard Jofra, que ha dedicado su vida a su padre: «De niño trabajaba con él y le acompañaba en las giras y cuando murió sentí el deber de continuar su obra».

Así empezó Reugenio, un espectáculo con él como director y el imitador de Eugenio Toni Climent como actor. Con barba, camisa negra desabrochada mostrando el crucifijo, gafas oscuras, un vaso en una mano, un cigarro en la otra y un taburete, Toni Climent ha logrado hacer revivir a Eugenio sobre el escenario durante años, hasta que una disputa sobre el reparto del dinero que generaban Climent y Jofra los llevó a estar frente a frente en los tribunales.

Hasta ese triste día, el tándem había demostrado que la manera de contar chistes de Eugenio, con esa parsimonia y esos silencios tan bien medidos, sigue divirtiendo, incluso a generaciones que por edad no pudieron verlo en directo.

«A nuestros espectáculos venían padres, hijos y abuelos, porque el humor de Eugenio ha traspasado generaciones. Mi padre solo quería que la gente pasara un buen rato» y lo conseguía con un humor blanco y surrealista, que siempre esquivaba los temas políticos», explica.

Eugenio «ha sido un referente para muchos humoristas», agrega Jofra, que menciona a Chiquito de la Calzada o a Andreu Buenafuente, «humoristas con mucha personalidad, pero que reconocen que aprendieron mucho de él». También el propio Jofra se considera alumno de su padre y, tras la ruptura con su socio, decidió subir él mismo a los escenarios . Pero, antes de cerrar este largo ciclo dedicado a su padre e iniciar su propio camino, Jofra quiere dejar bien atado el tema de la película porque «hay que seguir rindiendo tributo a Eugenio y evitar que caiga en el olvido como Mary Santpere o Joan Capri, grandes cómicos de los que  nadie se acuerda».