"Que el paciente sepa que está en un entorno de confianza"

G.G.U.
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«Quien se dedique a la enfermería oncológica tiene que querer trabajar en ello. Tiene que ser una persona con buena disposición y aptitudes, pero también actitudes», explica Inmaculada Gandía, supervisora de Enfermería en Oncología Médica

«Que el paciente sepa que está en un entorno de confianza - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

«Quien se dedique a la enfermería oncológica tiene que querer trabajar en ello. Tiene que ser una persona con buena disposición y aptitudes, pero también actitudes». Inmaculada Gandía, supervisora de Enfermería en Oncología médica (segunda por la derecha en la foto), empezó a trabajar con pacientes con cáncer en 1992 y sabe que no sobra ni una de las palabras con las que arranca este reportaje. «Aquí hay que ver la complejidad de atender a pacientes y familiares en una situación crítica; la primera vez que los recibimos están recién diagnosticados, con el montón de emociones que aparecen en ese momento: sufrimiento, agobio, preocupación...», dice, no sin especificar que en la misma proporción en la que ha avanzado el conocimiento sobre la enfermedad y los tratamientos, ha cambiado la percepción del afectado sobre la situación: «Cuando yo empecé, se relacionaba de forma directa y sincrónica cáncer con muerte. Y hoy, yo diría que cáncer es igual a lucha».

En ese ‘plantarle cara’ a la enfermedad, el equipo que dirige Gandía tiene un papel fundamental, no solo como administradores de los tratamientos, sino como parte de la vida del afectado, porque «tenemos que valorar a la persona dentro de su contexto, con su familia y trabajo. Y tenemos que tratarlo de forma integral, como eslabones de una cadena, que es lo que somos».

Esta «profesionalidad en la administración» del tratamiento es generalizada en el día a día con todos los pacientes oncológicos, pero Gandía especifica que en el caso del cáncer de mama tiene particularidades, porque a la asimilación de la enfermedad hay que añadirle la aceptación de todo lo que conlleva la terapia. «El cáncer de mama limita y lesiona mucho a la mujer, física, psicológica y personalmente. Le cambiamos el aspecto nada más empezar: hay una alopecia, si lleva hormona va a engordar, quizá tenga un problema óseo... Vamos a cambiar su forma de vida radicalmente y ahí tenemos que estar», explica esta profesional.

Los tumores de pecho son los terceros más diagnosticados en la provincia, por detrás de los colorrectales y los de próstata, según datos de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). Eso hace que haya un volumen importante de pacientes (unas 270 nuevas cada año, siempre según la asociación) que, en su mayoría, tienen buen pronóstico y una relación muy estrecha con Oncología Médica. «Es una paciente muy pegada al servicio», señala Gandía. Pero aunque el contacto no fuera tan estrecho, el proceder de las profesionales de la unidad sería el mismo:«Queremos que el paciente entienda que está en un entorno de confianza para todo. Y prueba de que lo está es que nos cuentan cosas que su familia no sabe que conocemos».

A ese punto de relación se llega a través de la reiterada «profesionalidad de la administración» del tratamiento. Porque Gandía recalca que la Enfermería oncológica no solo «cambia las bolsas de los fármacos», sino que con cada modificación del paso de los tratamientos, «hablamos con el paciente, para ver cómo lo está tolerando, si hay algo que le preocupa o le incomoda y cómo está...». Para esto hay una formación específica en la que se aprende «qué decir y, sobre todo, qué no decir». En esta segunda parte entran expresiones tan coloquiales como «no te preocupes» o «lo vas a llevar bien», por motivos obvios: «No podemos decirle a alguien que no se preocupe, porque en esa situación es imposible no hacerlo, aunque sea la administración número 32. Y luego, nosotras tenemos que hacer ver que estamos para ayudar, para que toleren bien la medicación, para que los efectos secundarios más inmediatos no aparezcan, para que nos comente y luego, en la consulta, evaluar y retomar las cosas. El paciente es el centro».

Es en ese cara a cara cuando se hacen las recomendaciones para el día a día, cuando a la afectada en terapia por un tumor en el pecho se le plantea, en función de la edad, si ha pensado o si quiere ser madre; la necesidad de hacer ejercicio para que los huesos estén duros; la importancia de llevar una vida saludable y, también, de la sexualidad. «En jóvenes y en no jóvenes, tenemos que abrirnos a ese tema para ver si quieren abordarlo. Estamos para las necesidades que ellas tengan», apunta la supervisora.

Sin embargo, en un servicio como Oncología Médica hay veces en las que es la plantilla la que tiene necesidad. Hay historias que afectan más y, ahí, Gandía destaca que es imprescindible «cohesionar un buen equipo de personas y de profesionales, que es lo que hace que se mantenga el ánimo. Es fundamental transmitir buena relación, porque los enfermos lo notan».