José María Chomón

Bailando bajo el diluvio

José María Chomón


Chiringuitear

29/07/2021

En tiempos de sol y playa, el chiringuito se convierte en una de las principales atracciones de los turistas que, ajenos al mundanal ruido, disfrutan de bebidas y comidas al aire libre.

Existe otra acepción de chiringuito no incluida por la Real Academia en su sesudo diccionario, pero muy aceptada por el general de los mortales. Son las fundaciones, consorcios, sociedades, asociaciones… que las administraciones utilizan para disimular déficits, colocar amiguetes y sustraer su gestión del control de lo público. Todos los gobiernos, ayuntamientos, diputaciones, universidades… utilizan este instrumento, que bien gestionado podría ser, en ocasiones, útil para agilizar procedimientos, pero que, por lo general, se ha convertido en algo indeseable por la aplicación de modelos opacos de gestión.

Publicaba hace unos días un medio nacional que en España existen, sólo en el sector local, ¡ojo al dato!, 17.160 organismos de este tipo y que el Ministerio de Hacienda desconoce de qué municipio dependen 1.002 de estos entes. 

Por aquí tenemos de todo. Fundaciones para todos los gustos y colores; el afamado Instituto para el Deporte y la Juventud; consorcios que encubren un brutal déficit; y sociedades, como Promueve o el Servicio Municipalizado de Aguas, que copan en las últimas semanas el top más top de este tipo de organismos.

Promueve está presidida por el virrey Marañón, perteneciente a Cs, partido que como bandera electoral defendió la eliminación de estos entes. El Sr. Marañón despide trabajadores, contrata otros nuevos, incrementa dietas, determina actuaciones... Por su parte, el Servicio Municipalizado de Aguas es, por méritos propios, el tótem del chiringuiteo local, sobre todo como agencia privada de colocación. Mientras la mayoría apaciguamos el estrés en el chiringuito playero, otros se dedican a chiringuitear, verbo que no existe y que bien podría servirnos, en esta ocasión, para definir la acción de crear organismos para colocar amiguetes y/o gastar nuestro dinero con un control público, digamos, más laxo.