Una historia más

ANGÉLICA GONZÁLEZ
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Después de tres años de violencia física, psicológica y sexual, Joana, de 38 años, dio el paso y denunció a su expareja. Ahora está de baja por depresión e intentar salir adelante

Joana, en la sede de Adavas. - Foto: Valdivielso

Joana tiene 38 años, dos niños pequeños y una historia de maltrato que pone los pelos de punta. Llega a la sede de la Asociación de Asistencia a Víctimas de Violencia Sexual y Violencia Doméstica (Adavas) con su rubia melena un poco alborotada y el rostro muy triste. Está de baja por depresión porque hay días que solo quiere llorar y no está para nada más. Si acaso, son los niños los que le sacan un poco del vaivén emocional en el que vive desde que hace ocho meses se decidió por fin a denunciar al maltratador con el que había convivido los tres años anteriores. «Un monstruo», dice que es, y reconoce que ahora es cuando se está empezando a dar cuenta de las dimensiones de la pesadilla que ha vivido: «Comienzo a despertarme ahora», asegura aunque, a renglón seguido, afirma que si quizás él fuera a rehabilitación de su adicción al alcohol y le demostrara que «de verdad» ha cambiado, pues le daría otra oportunidad: «Es que lo que yo quiero es tener una familia».
Esta mujer de ojos claros pasa ahora mismo por una fase muy conocida por las expertas en violencia de género en la que no acaban de soltar el vínculo con la persona que las ha herido pero como es lista, ha aprendido, y cada vez que cree que su voluntad puede debilitarse, rápidamente llama a la asociación y habla con Almudena Román, la coordinadora, o con Alicia, la psicóloga, y después de la charla se encuentra mucho mejor y, sobre todo, más fuerte para seguir adelante ella sola.

(El testimonio completo, en la edición impresa o aquí)