Aquellos dulces años en la Martínez

S.F.L.
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Exempleados de la fábrica de Briviesca recuerdan con cariño el trato cercano con los jefes y el ambiente familiar que se respiraba en la planta, hoy bajo la amenaza de 42 despidos

Imagen de una visita del entonces presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, a la planta. - Foto: Félix Ordóñez

Resulta complicado conocer a alguien en Briviesca que no haya vestido el uniforme con el niño de pelo negro sujetando dos magdalenas de Repostería Martínez, él o su marido, mujer, hijo, hermana, nieto, nuera, yerno... Todos los ciudadanos, unos de manera más directa que otros, han estado vinculados a la gran factoría de pan y bollería, que en los años más prósperos llegó a superar el millar de empleados. Una de las empresas alimentarias más sobresalientes y populares del pasado siglo de la Bureba a la que a diario acudían a trabajar en autobús decenas de burgaleses y mirandeses.

El anuncio del despido de 42 empleados realizado por la actual empresa italiana propietaria de la planta, Morato Pane, ha caído como un jarro de agua fría en la ciudad, donde constantemente se observan grupos de trabajadores y exasalariados comentando la nociva jugada. Tanto los afectados como aquellos que en su día compartieron línea, vestuario u oficina recuerdan la época de mayor esplendor de la fábrica, cuando los hermanos Jesús, Epifanio y Nicanor Martínez llegaron a la ciudad y la revolucionaron. Cantidad de personas de otros puntos del país se trasladaron a la capital burebana con un contrato del gigante del dulce.

Esto llevó a que durante finales de los años 70 y principios de los 80 la población de la ciudad se incrementara notablemente y se construyeran cantidad de bloques de edificios.

Natural de Oña y con ganas de probar suerte lejos del hogar familiar, Guillermina Sánchez fue una de aquellas jovencitas que abandonó el nido familiar y se mudó a Briviesca. «El cambio de municipio no fue duro porque se vinieron más amigas del pueblo», declara. Al principio se alquiló un piso pero al comprobar que los contratos se ampliaban -durante 28 años en la planta- se animó a comprar una vivienda en la ciudad.

(El reportaje completo, con testimonios y fotografías, en la edición impresa o en este enlace)

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