La diócesis hará un centro para personas que sufren

A.G.
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En toda España existen 30 vinculados a la Iglesia Católica y se basan en el counselling, que se define como una forma de acompañar en el sufrimiento «empoderando a la persona, sin juzgar y con una actitud empática»

La diócesis hará un centro para personas que sufren - Foto: PABLO LORENTE Pablo Lorente

«El counselling es una forma de acompañar en el sufrimiento basada en el despliegue de actitudes y técnicas para la comunicación donde el counsellor o ayudante se dispone en actitud empática, auténtica, con una visión positiva sobre el ayudado, creyendo en él, sin juzgarle, apostando por empoderarle y hacer emerger la mejor persona posible con el menor sufrimiento posible. Podríamos decir que es una forma de psicoterapia breve, si bien en España no es una profesión». Así define José Carlos Bermejo, director del Centro de Humanización de la Salud de Tres Cantos (Madrid), cómo es la técnica que se va a emplear en el centro de escucha que la diócesis tienen previsto poner en marcha en Burgos el próximo curso o, a más tardar, el siguiente, ya que se trata de un proyecto muy incipiente. Bermejo estuvo en Burgos el pasado mes de noviembre en la apertura del Curso de Relación de Ayuda que ofrece la cátedra Francisco de Vitoria de la Facultad de Teología y en el que se están formando los futuros counsellors que darán cobertura a este dispositivo que, según indicó Jorge Lara, delegado de Familia y Vida de la diócesis, ofrecerá una «atención de carácter preventivo con la finalidad de escuchar y acompañar a personas que estén pasando por una crisis vital y emocional por diferentes razones».

En toda España existen treinta centros de estas características vinculados a entidades de la Iglesia Católica pero el primero llegó de la mano de los religiosos camilos en 1997 -precisamente el de Tres Cantos-, orden a la que están vinculados varios de ellos. Algunos, explica Bermejo, se han especializado en intervención en duelo, particularmente en duelos complicados, para acompañar procesos «en los que el trabajo de elaboración del dolor por la pérdida de un ser querido resulta especialmente difícil por motivos como el modo de producirse el fallecimiento, el tipo de vínculo, etc». Atienden, además, «crisis vitales que mejoran con el poder terapéutico de la escucha empática». A su juicio, existen dificultades en la vida que no necesitan ser acompañadas con terapias psicológicas o psiquiátricas, sino que el counselling, «es suficientemente capaz de promover el empoderamiento y generar los cambios necesarios para vivir con sentido y abordando los problemas». En este sentido, explica que también hay casos en los que se acompaña a personas que siguen simultáneamente tratamientos médicos, como apoyo.

Jorge Lara indicó que el centro que se piensa para Burgos se propondrá ayudar a personas en duelo pero también a quien estén pasando por dificultades derivadas de otros problemas como el cuidado de enfermos o la soledad: «Sabemos que hay muchas personas que se encuentran solas y que para muchas les supone un gran sufrimiento, así que en este sentido nos gustaría ofrecerles atención personal y también grupos de apoyo en los que poder participar».

Esta actividad prevista está claramente inspirada en la del centro que los Camilos tienen en Tres Cantos -que cuenta con apoyo económico institucional- que ofrece atención individual a gente que está pasando una mala racha debido a la soledad, a la pérdida de un ser querido -en este caso están especializados también en la atención a niños y adolescentes-, a dificultades en las relaciones personales o por el cuidado de un enfermo.

Se ofrece atención individualizada con encuentros semanales de una hora aproximada de duración y grupos de apoyo mutuo. El voluntariado que los atiende está específicamente formado para escuchar. Se trata -en palabras de Bermejo- de una «escucha activa, que, como concepto, incluye lo que significa transmitir comprensión, confrontar y, en su caso, persuadir para promover conductas saludables».

Suelen ser personas, añade, «con un cierto nivel de formación, con un perfil humano que desarrolla la solidaridad compasiva y la capacidad de acoger sin juzgar, comprender y acompañar sin dirigir ni imponer. Es necesario un perfil especial de persona ya en el punto de partida, si bien la formación sirve para realizar procesos de desaprender-aprender actitudes que favorecen la ayuda y hacen que la relación sea eficaz. La empatía se aprende y a escuchar también».

 Este experto considera que lo que el centro de escucha le puede aportar a la diócesis de Burgos es un modo «de dar forma a la dimensión de la diaconía de la caridad expresada en el servicio de la escucha». Según explica, muchos programas de la Iglesia Católica están estructurados de tal forma que quienes participan en ellos no tienen tiempo suficiente para sentarse a escuchar la narración del sufrimiento «y buscar luces para vivir mejor»: «El centro de escucha lo que tiene es tiempo para escuchar a las personas y acompañarlas en sesiones de una hora y hasta un número de 20 (en su mayoría hacen así), individual o grupalmente. Es un modo precioso de contribuir a construir un mundo más humanizado y, por tanto, más alineado con los valores del Evangelio».