"Desenchufar el oxígeno puede costarme la vida"

Angélica González
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Afectada de hipertensión pulmonar, Toñi Mayordomo lleva meses viviendo las 24 horas del día con un respirador que funciona con electricidad y calcula que la factura este verano se le ha duplicado

"Desenchufar el oxígeno puede costarme la vida"

La vida de Toñi Mayordomo depende, literalmente, de la electricidad. Esta mujer de 53 años, mirada inteligente y dulce, discurso sereno y un pasado lleno de trofeos deportivos, está diagnosticada de hipertensión pulmonar, una enfermedad rara y crónica. Una de las consecuencias que tiene para ella en estos momentos es que necesita estar 24 horas con oxígeno y eso supone mantener enchufados permanentemente los depósitos que lo contienen. De otra manera, las consecuencias serían muy graves. Ella lo sabe bien y lo explica de una forma muy tranquila y un punto emocionada, por eso se ha convertido en una improvisada portavoz de quienes están en su misma situación: «Desenchufar el oxígeno podría suponerme un ingreso hospitalario y no estoy por la labor, es que me estoy jugando la vida y la calidad de la vida porque un empeoramiento de la enfermedad podría ser temporal o para siempre. Yo sé que la factura de la luz se nos va a doblar pero es que no tengo la opción de reducir el consumo. Por suerte, mi marido trabaja, porque hay otras familias en otras situaciones más complicadas y por eso la Asociación Nacional de Hipertensión Pulmonar les ofrece ayudas ya que de otra forma peligraría seriamente su salud».
Las derivadas de la estratosférica subida de la luz que se está produciendo de forma exponencial durante este verano son múltiples, pero quizás no se haya puesto el foco suficientemente en estos pacientes que necesitan la electricidad para vivir. Toñi reivindica el derecho a poder acceder  una reducción del coste pero a la vez se acuerda de tantas personas mayores que no encienden por no gastar. En su día intentó gestionar algún tipo de bono social pero no era acreedora de ese derecho y ahora ha desistido porque supone atravesar grandes dificultades burocráticas, para lo que reconoce que en estos momentos no tiene ánimo: «Me gustaría que quienes gobiernan se bajaran del árbol y vivieran como vive la gente. No solo por mí sino por muchísimas personas. Ahora no porque está enferma, pero yo he visto cómo mi madre en invierno está a oscuras en casa porque teme la llegada de la factura, y como ella muchos mayores».

(Más información en la edición de hoy en papel de Diario de Burgos)

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