«Una bodega es como un museo, hay que mimar la colección»

I.M.L.
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Los oficios del vino (XXVII) | El sumiller arandino Rubén Sanz Ramiro ha desarrollado toda su carrera en Londres, Nueva York y ahora en la mayor bodega de Suecia

Este sumiller arandino maneja una bodega con más de 5.500 referencias distintas y más de 20.000 botellas, la más amplia de Suecia. - Foto: Patrick Sundström

Estudió Gestión y Dirección Hotelera en la Autónoma de Barcelona, pero Rubén Sanz Ramiro tomó un camino lateral, el de la sumillería. Este arandino reconoce que «siendo de donde somos el vino siempre ha estado en nuestras vidas» teniendo un peso muy importante en nuestra cultura. «Cuando me hacen entrevistas medios extranjeros me preguntan, lo típico, qué botella te bebiste que te hizo amar el vino o esas cosas, pero yo no he tenido ese tipo de epifanía, sino que desde pequeño te das cuenta de que es muy importante a nivel cultural», justifica Sanz Ramiro, que se ha convertido en un embajador de esa cultura en Londres, Nueva York y, ahora, Suecia.

Estudió sumillería en Londres, donde llegó a ejercer en The Fat Duck. De allí alcanzó el puesto de jefe sumiller en el Avroko Hospitality Group de Nueva York, ciudad en la que estuvo nueve años y donde pasó también por la jefatura de la bodega de Veritas, compaginando su trabajo con formar parte del panel de cata de la revista Wine & Spirits. De ahí se mudó por motivos familiares a Suecia, donde ejerce de jefe sumiller en  PM & Vänner, en la ciudad sueca de Växjö. Allí ha creado como socio Terroir Vin, una empresa exportadora, forma en la Wine and Spirits Education Trust de Estocolmo y ocupa un puesto en el panel de cata de DWWA, Decanter magazine, eso en Londres.

En su currículo, este arandino tiene el premio Sommelierernas Sommelier, o sea, el de sumiller del año entre 2016 y 2019 en esas cuatro ediciones de los Svenska Gastronomi Priset, «algo así como el Premio Gastronomia de Suecia», traduce. A ello se suma que la revista especializada del vino en Suecia, Livets Goda Magazine, le eligió sumiller del año en 2014 y 2016.

Sus orígenes le aportan una filosofía de vida en torno a este producto ancestral de la tierra. «Aquí el vino se disfruta con naturalidad y está popularizado, yo intento transmitir e inculcar la cultura del vino con la que he nacido en Aranda allá donde voy», reconoce con orgullo.

En su trabajo maneja la bodega más amplia del país escandinavo, con más de 5.500 referencias y 20.000 botellas, cifras que se han doblado desde que él se hizo cargo de la bodega del restaurante. «Es como tomar las riendas de un museo, tienes una colección que tienes que mimar, preservar, cuidar, aunque todos tenemos una manera distinta de mirar el vino y eso se refleja en la carta que vas construyendo», confiesa Rubén Sanz Ramiro.

Hablando de su profesión transmite un apego a la tierra fundamental para conocer el producto. «Es vital el trato con el productor, somos como un puente entre él y el comensal para que la experiencia sea completa», explica, porque su labor final es transmitir a quien va a beber ese vino todo lo que hay detrás. «Nuestro trabajo se valora porque hacemos felices a los clientes, más allá de gestionar una buena bodega, por eso tenemos que conocerlos en un corto espacio de tiempo y cuáles son sus expectativas, tenemos que servir lo que realmente quiere», resume su trabajo como si no fuese sumamente complicado.

Su opinión de la DO Ribera del Duero, vista desde fuera pero con un gran poso arandino, es más que positiva. «Ribera del Duero se ve con un velo de esperanza, está abandonando los gustos que ofrecían los vinos al principio y se está volviendo a lo que eran antes los vinos de aquí, se está recuperando una policromía y una finura que se habían perdido», recalca este sumiller que viaja por todo el mundo para escoger vinos en sus lugares de origen.