Las damas primero

I.L.H.
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Las figuras femeninas de los Gigantones y Gigantillos lideran el desfile por parejas, un cambio del que buena parte del público dijo no haberse percatado. Su paseo desde las alturas sí llamó la atención de grandes y pequeño

Las damas primero - Foto: Daniel Canas

La propiedad conmutativa dice que el orden de los factores no altera el producto. Eso en un enunciado de matemáticas. Pero también suma en el desfile de Gigantillos y Gigantones, porque dado que el resultado es el mismo, esta vez les ha tocado a las damas ser las primeras. Cierto es que entre el público la mayoría no era consciente del cambio de esta edición, pero como eso no impidió ni el desfile ni el baile ayer por lo menos no encontramos entre los asistentes voces discordantes. Todo lo contrario y algún gesto de no saber qué decir.

Con ellas por delante desfilaron por el casco histórico como han venido haciendo toda la semana y como volverán a hacerlo hoy y mañana. Los Gigantillos en primera línea seguidos de los Reyes Católicos, la pareja cidiana y después el dúo indio, africano y asiático. En el caso de los danzantes no hubo que cambiar nada, porque el grupo lo integran desde sus orígenes niños exclusivamente.   

Los «enanillos» que los manipulan (como dijo Ali Hamilton en el test de fiestas) tuvieron tiempo para sudar y para refrigerarse en las casetas de las tapas. Todo eso durante el desfile. Luego de vuelta en la Plaza Mayor solo les tocó de lo primero, porque el calor apretaba y hacer que los brazos de los gigantes vuelen requiere su esfuerzo.

Los otros enanillos, los que solo miraban, gritaban preguntándoles su nombre y aplaudían con los ojos como platos. Los hermanos Gonzalo y Sofía, de 4 y 2 años, estaban tan nerviosos que no se ponían de acuerdo sobre cuál era su figura preferida. Que si la Gigantilla, que si el chino -que era el que en realidad le gusta a su madre, Ana-, que si el Cid y Jimena... Cualquiera, si paseaban desde las alturas. Asu madre y a su abuela, Juan Mari, lo del orden de los factores les sorprendió pero les pareció bien, «como mínimo es un acto de caballerosidad», argumentaron.

José, de 9 años, se cuestionó en voz alta el por qué del cambio de orden: «Igual es por lo del machismo -afirmó-. Pues me parece bien», dijo junto a su madre y dos primos suizos que acudían por primera vez. César, de 19 años, retornó al paisaje de su infancia acudiendo al paseíllo y el baile como hacía cuando era niño. Aseguró darse cuenta del cambio el día del pregón y que tal circunstancia «solo puede parecerme buena idea».

Y así llegaron los bailes, con previos saludos protocolarios según procediera. Por ejemplo, los Gigantillos se saludaron entre sí y después a las autoridades del balcón del Consistorio; y la pareja cidiana lo hizo ante sus majestades Isabel y Fernando. Las parejas «continentales» hicieron volar sus collares     -en el caso de ellas- y las faldas de ambos sexos, aunque a quién más se le levanta es a la Gigantilla.