De Zael al Capitolio

H.J
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Una joven pareja de la localidad burgalesa hace carrera en Washington: ella es economista en el Fondo Monetario Internacional y él ingeniero en una empresa de energías renovables

Julia Estefanía y Javier Molinero, ante una de las tradicionales casas de adobe del pequeño municipio del bajo Arlanza. - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

Julia Estefanía y Javier Molinero se conocen desde niños. Durante la mayor parte del año vivían respectivamente en Toledo y Leganés, pero la madre de él y el padre de ella provienen de Zael, así que se veían todas las vacaciones. Primero fueron amigos de la misma pandilla, luego novios y ahora viven juntos. 

Hasta aquí una relación convencional, como miles de parejas jóvenes en la geografía rural burgalesa. Pero muy pocas, o ninguna, pueden decir que han acabado en Washington DC, trabajando en la capital del país más poderoso del mundo y con un futuro prometedor.

Julia estudió Ciencias Políticas y Sociología, después se especializó en un máster en economía internacional y pronto se dio cuenta de que aquello era su vocación. Trabajó durante cuatro años en el Banco de España en un puesto de investigación y allí tuvo un aprendizaje fulgurante. Tanto que cuando se le acabó el contrató vio la oportunidad de mudarse nada menos que al Fondo Monetario Internacional.

Fue en el verano de 2019 y allí pasó en solitario los primeros seis meses, hasta que Javier también cruzó el charco para acompañarla. Él es ingeniero especializado en energías renovables, había trabajado en la gestión de plantas solares y llegó a la ciudad del Capitolio en febrero de 2020 dispuesto a buscar trabajo rápidamente. Entonces nadie podía imaginar que se avecinaba una pandemia mundial de consecuencias imprevisibles.

En marzo cerraron todo. A Julia (30 años) la mandaron a teletrabajar y así sigue. Javier (28) tuvo que armarse de paciencia aquellos primeros meses, sin conocer a nadie en la ciudad, hasta que pudo volver a salir a la calle a echar currículums. Pero finalmente consiguió trabajo en Ipsun Solar, una empresa de renovables, donde comenzó como instalador y donde pronto consiguió ascender a jefe de proyectos.

El remanso del Arlanza. Tras meses de incertidumbre, y aunque continúan las medidas de prevención como el teletrabajo en el FMI, los dos han vuelto a retomar el ritmo de vida capitalino aunque ahora, en sus vacaciones de verano, han vuelto al pueblo. En Zael, localidad de la comarca del bajo Arlanza, han disfrutado este verano de los días soleados y las noches frescas, de la paz y la tranquilidad, de la compañía de la familia y de los amigos, aunque ya han tenido que volverse a Washington, pues allí están sus proyectos profesionales y por lo tanto personales. Lo afrontarán descansados, desconectados e ilusionados.

«El DC tiene mucha gente joven, que va y viene continuamente, no es demasiado grande y es muy cosmopolita porque llega gente de muchos países», explican. Se les nota satisfechos de poder vivir una experiencia laboral a la que mucha gente no tiene la oportunidad de aspirar y Julia así lo subraya: «Yo estoy muy contenta en el trabajo, es una experiencia súper interesante, trabajas con gente de todo el mundo y yo, que estoy en el departamento especializado en Asia, tengo la oportunidad de conocer costumbres y gentes de otros países».

Molinero, por su parte, habla con pasión de los retos que supone el cambio climático, de la necesidad de gestionar mejor los recursos y la energía y destaca que su experiencia en EEUU «resulta muy positiva, porque el presidente Biden ha propuesto un plan de inversión en renovables con muchísimo dinero en juego y desgravaciones fiscales que pueda hacerlas más interesantes. Vistas desde la perspectiva de España, medidas así dan envidia».

El tiempo dirá si Washington es una ciudad en la que pasar muchos años o solo una temporada. Por ahora disfrutan del momento y de la capital del tío Sam. «Hay mucha desigualdad», reconocen, grandes diferencias sociales entre los grandes sueldos de los altos funcionarios del gobierno y las instituciones internacionales y los miles de trabajadores de otros sectores que se mueven alrededor. Pero en paralelo a esas dificultades, el DC se muestra como una gigantesca oportunidad a sus ojos. 

De eso, de ser la tierra de las oportunidades y de los valientes, ha presumido siempre el tópico estadounidense, y ahora lo experimentan en sus carnes estos dos zaelanos que crecieron juntos y aún siguen haciéndolo, aunque sea al otro lado del charco.