Duques de Abrantes y heráldica en capilla de Santa Ana (I)

JUANJO CALZADA
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Boabdil encadenado por los Fernández de Córdoba y el linaje de los Padilla

Escudo de los Fernández de Córdoba y Boabdil (i.) y escudo de los Padilla.

Cuando hablamos de la capilla de Santa Ana o de la Concepción nos viene a la mente su fundador, el obispo don Luis de Acuña y Osorio, cuya imagen está presente, como donante, en el retablo mayor gótico, obra primorosa realizada por Gil de Siloé en el siglo XV, y lógicamente en su tumba renacentista, realizada esta por Diego de Siloé, ya en el siglo XVI.

Ahora bien, pocas veces reparamos en el patronazgo que posteriormente tuvieron los duques de Abrantes. Así en el siglo XIX, bajo el patrocinio de don Ángel María de Carvajal y Téllez Girón, IX duque de Abrantes, Lanzuela hace dos retablos neogóticos que hoy podemos contemplar en la capilla. Por otro lado, en torno al retablo mayor de Gil de Siloé, se pintan toda una serie de escudos relacionados con los duques de Abrantes fruto de matrimonios entre grandes linajes nobiliarios. Así, podemos contemplar los escudos de distinguidas familias: Carvajal, Sande, Arellano, duques de Osuna, condes de Benavente, Orden de la Jarretera, etc. En este artículo voy a comentar la heráldica de los Fernández de Córdoba y de los Padilla que, aparte de estar en las pinturas que enmarcan el retablo mayor, junto a los escudos de las otras familias ya mencionadas, los tenemos también en la puerta de la sacristía de la capilla. 

I.- FERNÁNDEZ DE  CÓRDOBA

Orígenes legendarios 
1.- Una primera leyenda nos dice que su origen está en un reyezuelo gallego que al ser bautizado por el apóstol Santiago recibió el nombre de Fernando, del que terminaría derivando el patronímico Fernández.
2.- Otra dice que descienden de don Faralando, hijo del mítico Roldán, que fue en peregrinación a Santiago, echando raíces en Castilla.

El Escudo 
Don Fernán Núñez de Themes destacó en la conquista de Córdoba, por lo que el rey Fernando III el santo le marcó el escudo con tres dedos manchados de sangre y le nombró I Señor de la Casa de Córdoba. A partir de aquí el escudo de los Themes será de tres fajas rojas en campo de oro. Se trata de una leyenda recogida en 1492 por Ferrán Mexía en su obra Nobiliario Vero, con claras similitudes con la leyenda sobre los palos de Aragón. En la versión del Libro de Armería, de Diego Hurtado de Mendoza, se habla de cuatro, no tres, los dedos que el rey Fernando introdujo en la herida del caballero para marcar a continuación su escudo.

Su hijo Alfonso Fernández de Córdoba será el I Señor de la Casa Fernández de Córdoba.

Incorporación de Boabdil
En 1483 el reino nazarí estaba siendo objeto de las disputas entre Muley Hacén y Zagal, por un lado, y Boabdil por otro. Tras el desastre que sufren las tropas cristianas a manos de Zagal en la batalla de la Jarquía, Boabdil, para recuperar prestigio ante los suyos, intenta conquistar Lucena por sorpresa, mas enterado de todo Diego Fernández de Córdoba, Señor de Lucena, pide ayuda al conde de Cabra, su tío homónimo. Boabdil es derrotado y hecho prisionero, pero Fernando el Católico ordena que se lo libere porque le interesa alimentar las tensiones internas que existen en el reino nazarí.

Los Reyes Católicos van a conceder a los Fernández de Córdoba en su escudo la imagen de Boabdil encadenado:
1.- Don Diego Fernández de Córdoba, Señor de Lucena, tendrá un escudo partido con las tres fajas y Boabdil encadenado. A esto se añade «Omnia per ipso facta sunt» (Todo se hizo gracias a él). Estas armas las pondrá en las villas malagueñas de Sedeña y Comares.
2.- Don Diego Fernández de Córdoba, conde de Cabra, adoptará el escudo cuartelado con los motivos de las tres fajas y el castillo, entado en la punta con la imagen de Boabdil encadenado. Como leyenda «Sine per ipso facta sunt» (Sin él nada pudo ser hecho). Es el escudo que aparece en las villas, también malagueñas, de Canillas del Aceituno, Archez y Corumbella. En el Museo del Ejército de Toledo se conservan los vestidos y armas que llevaba Boabdil en la batalla de Lucena de 1483, destacando dos objetos:
A.- Por un lado, la ‘marlota’, un traje de encima con botones en su parte delantera y mangas un tanto cortas. En nuestra imagen, salvando las distancias, la prenda de encima que viste Boabdil podría pasar por una marlota, aunque el color de esta era el rojo, no el azul como vemos en nuestra imagen.
B.- La espada que lleva en su mano derecha ya nos plantea más discusión. Por un lado, si nos fijamos en los escudos de las villas malagueñas mencionadas anteriormente, Boabdil no lleva espada sino un cetro como rey del reino nazarí o granadino. Boabdil al final, tras la muerte de su padre Muley, terminará imponiéndose a su tío Zagal. El cetro es coronado por la media luna, símbolo islámico por excelencia.
- Por otra parte, hemos de ver cómo en nuestro ejemplo Boabdil no lleva en su mano derecha el cetro, sino una espada. Es ciertamente una espada musulmana, tipo alfange, tal y como la podemos apreciar en la capilla del Condestable en los salvajes que flanquean el escudo de don Pedro Fernández de Velasco. Sin embargo, la espada que llevaba Boabdil cuando fue hecho prisionero era una espada jineta. Esta la podemos ver en la Adoración de los Magos de Alonso de Sedano en la persona del rey Baltasar.

Es a principios de este siglo cuando distintos ayuntamientos andaluces han resuelto quitar las cadenas a Boabdil del escudo de la villa, aduciendo que las cadenas eran símbolo de esclavitud, racismo y xenofobia. La polémica hizo que un descendiente de los Fernández de Córdoba, a través del periódico ABC, dijera que las cadenas no eran más que el reflejo de un hecho histórico y que Boabdil en su cautiverio fue tratado con mucha dignidad.

El motivo del enemigo apresado se retomará en el siglo XVI en las armas concedidas a los conquistadores de las Indias. Así, en el escudo de Pizarro se nos muestra encadenado el cacique Atabalipa y en la bordura aparecen otros 7 caciques con cadenas.

II.- PADILLA
El linaje de los Padilla se puede reconstruir desde finales del siglo XIII con Pedro López Padilla I, con cargos, durante los últimos años de Fernando IV y los primeros de Alfonso XI, como justicia mayor, merino mayor de Castilla, etc. 
Sus armas son tres padillas o palas de horno con tres medias lunas por encima, en el centro y por debajo. Se cuenta que estas son palas de horno con las que un caballero defendió un castillo del ataque de los moros, pero en realidad son armas parlantes, pues aluden a la villa burgalesa de Padilla de Abajo.

Se solían cambiar las armas por adquisición de nuevos territorios, por algún acontecimiento bélico, por entronques con otras familias, etc., pero los distintos miembros del linaje no cambiaron nada por el orgullo que tenían los Padilla hacia sus ancestros.

Fuentes: Enrique Rodríguez-Picavea Matilla, Francisco Piferrer, Bernabé Moreno Vargas, Enrique Fernández de Córdoba y Calleja, José Manuel Valle Porras, José Hermoso Ruiz y Jaime Rodríguez Barroso