3 de cada 10 casas de pueblo están mal aseguradas

G. Arce
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La ausencia de un contrato y, en muchos casos, el infraaseguramiento han crecido en las segundas residencias de la provincia

3 de cada 10 casas de pueblo están mal aseguradas - Foto: Alberto Rodrigo

Un fuego mal apagado, una chimenea en mal estado de conservación o un fallo en una instalación eléctrica anticuada suelen estar detrás de los incendios que se registran periódicamente en las casas de pueblo de la provincia. Son, por lo general, siniestros devastadores en daños materiales, pues suponen la total destrucción de una vivienda con muchos años a cuestas y, además, suelen llevar aparejados destrozos en los inmuebles colindantes durante el siniestro o en las labores de extinción. Se trata de segundas viviendas, las casas de pueblo deshabitadas la mayor parte del año y que han quedado en manos de varios herederos para su uso vacacional. En Burgos, zona rural por excelencia, hay miles de ellas y el sector asegurador da por válida la estimación que cifra que 3 de cada 10, o bien carecen de seguro o tienen inadecuadas coberturas ante siniestros de esta envergadura.

Cada incendio que termina calcinando una casa en un entorno rural multiplica la visitas a los mediadores de seguros locales, como ha ocurrido en los últimos días tras los siniestros de Villaescobedo o La Ventilla, entre otros. «Nadie se acuerda de la casa hasta que no intuye el riesgo que corre...», apunta un profesional del sector, que coincide en que hay un grave problema de fondo del que muchos propietarios no son conscientes. «Basta con decir que, ante la ausencia de seguro, el titular de la vivienda corre con los gastos del siniestros, los desplazamientos de los bomberos, y eso si no hay casas vecinas afectadas...».

A diferencia de un automóvil, asegurar una vivienda no es obligatorio en España y eso provoca que en algunas ocasiones se relaje la percepción de riesgo en la segunda residencia, más si es ocupada ocasionalmente a lo largo del año o está en manos de varios propietarios y a algunos de ellos les aprieta el bolsillo a la hora de las derramas para los gastos comunes.

Un estudio de AXA Assistance, citado por el diario ABC, estima que el 35% de las viviendas en España están sin asegurar, lo que en cifras absolutas son 8,9 millones de hogares en el año 2017. La mayor cantidad de las segundas viviendas desprotegidas se ubica en las zonas costeras y turísticas, aunque en el mundo rural también se detecta este fenómeno.

José Manuel Castellanos, presidente del Colegio de Mediadores de Seguros de Burgos, da por válidas estas estimaciones y advierte de que lo más habitual es encontrar seguros en este ámbito con inadecuadas coberturas.

El problema está en que todas las características constructivas y los riesgos que tiene una casa deben ser declarados y conllevan unos recargos en la tasa del seguro que hay que tener en cuenta. Así, en muchas casas de pueblo no se recoge la estructura de madera en la construcción de la vivienda y en las cubiertas (incluso aunque se hayan rehabilitado recientemente), ni la existencia de una chimenea de leña o un estado de conservación que puede ser deficiente en un inmueble que acumula muchos años. Muchas veces se asegura incluso como vivienda habitual y no como eventual, que es más gravoso.

Este problema, coinciden los mediadores, se está incrementando con la participación de la banca en el negocio de los seguros de hogar, vinculándolos a la constitución de la hipoteca o la consecución de un crédito. «Están haciendo un flaco favor al sector y a los asegurados porque no hacen bien los seguros, los confeccionan con tablas ya preestablecidas y valoran incorrectamente los capitales tanto de continente como de contenido. Las quejas que recibimos por una mala gestión en la contratación de las pólizas son continuas».

Castellanos insiste en la función de los mediadores en estos casos, que se hace más patente cuando, ante un siniestro, un infraaseguramiento redunda en perjuicio del titular. Así, en el caso de siniestro se aplica una regla proporcional por los riesgos no declarados (lo no cubierto se paga y, muchas veces, puede ser mucho).

Las casas de pueblo suelen estar vacías cuando se desencadena la catástrofe, el vecindario que puede alertar es mínimo (por la despoblación galopante del mundo rural) y la atención de los servicios de emergencia no es tan rápida por las distancias y las propias limitaciones de los equipos de bomberos para cubrir toda la geografía provincial. El fuego tiene margen de sobra para destruir...

algunos Consejos. Para prevenir posibles problemas, los mediadores de seguros aportan tres sencillos consejos: tramitar siempre este tipo de seguros con un profesional especializado (que está obligado a detallar en el contrato todos los potenciales riesgos de una vivienda antigua); huir de las ofertas low cost, que incluso se pueden dar dentro de una misma compañía aseguradora; y contratar un seguro de responsabilidad civil frente a terceros, máxime si la vivienda rural forma parte, como suele ser habitual en la arquitectura de nuestros pueblos, de un conjunto de casas, pajares o almacenes adosados.