General y embajador de Burgos

I. ELICES
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Antonio Ruiz Olmos pasa a la reserva y vuelve a su centro de operaciones familiar en Córdoba, desde donde seguirá alabando los atractivos culturales y gastronómicos de las tierras del Cid

El general Antonio Ruiz Olmos se despidió este viernes de la División San Marcial. - Foto: Luis López Araico

Un viernes del mes de marzo de 2018 -el día 9, para ser exactos- se presentaba el general Antonio Ruiz Olmos en sociedad. Lo hacía en la sede de la Subdelegación del Gobierno, acompañado por el entonces máximo responsable del Ejecutivo central en la provincia, Roberto Saiz. Y en una breve alocución ante la prensa aseguró sentirse muy contento de «volver a» su «casa», a Burgos. Este militar de 60 años nació en Melilla y tiene su residencia en Córdoba, donde su esposa y él decidieron emplazar el «centro de operaciones familiar» que todo oficial de alta graduación ha de fijar dada la intensa movilidad a la que obliga la milicia. Sin embargo, lleva a Burgos y su provincia en el corazón y es y será -comentan quienes le han conocido en sus 2 años y 9 meses como jefe de la División San Marcial- «uno de los mejores embajadores de las tierras del Cid», personaje literario e histórico del que está enamorado. 

Esta etapa que concluye ahora -ya ha pasado a la reserva y mañana abandona el acuartelamiento Diego Porcelos- no ha sido la primera del general de división en Burgos. Ya pasó dos años (2011 y 2012) en el cuartel general de Fuerzas Pesadas, cuando con el rango de coronel desempeñó el puesto jefe de Estado Mayor del mando, que todavía no se había transformado en la División San Marcial. Ya en esa época se pateó la provincia de cabo a rabo, desde las Merindades -comarca que ha visitado con frecuencia y que seguirá visitando en el futuro- hasta la Ribera del Duero, pasando por Santo Domingo de Silos y toda la zona del Arlanza. Como amante y aficionado a la gastronomía venderá allá por donde valla el cordero lechal de Burgos, la morcilla y los vinos de la Ribera.

Dos misiones en el Líbano en distintas etapas de su carrera, una en Bosnia y otra en Afganistán hablan de Ruiz Olmos como un militar llamado a la acción. Y así es, pero en sus casi tres años en Burgos, como general de división, ha tenido que hacer gala de sus dotes organizativas, porque el periodo que le ha tocado vivir en la San Marcial no ha sido sencillo. Al llegar, tuvo la responsabilidad de culminar la conversión del mando de Fuerzas Pesadas en una división, una misión que había iniciado y desarrollado con éxito su antecesor, Miguel Alcañiz. Sin embargo, había que finalizar el proceso para constituirse en una fuerza con capacidad para planear y dirigir operaciones militares, tanto en el ámbito nacional como internacional. Y cuando ya se había conseguido, este mismo año Ruiz Olmos ha tenido que liderar otra transformación, de mucho más calado, pues la San Marcial -con la reestructuración del Ejército de Tierra- dejará de mandar unidades pesadas para ocuparse de entrenar y dirigir las fuerzas ligeras, las que van de avanzadilla en cualquier misión:  Operaciones Especiales, Montaña, Helicópteros y Paracaidistas.

Afrontar cambios de tal importancia no es tarea sencilla pero Ruiz Olmos lo ha hecho y confiesa que ha sido fácil, porque está rodeado «de un gran equipo», de militares sin cuya colaboración no habrían sido posibles semejantes transformaciones. En su opinión -en contra de lo que puedan pensar otros compañeros- la división San Marcial no pierde protagonismo ni vigor en las Fuerzas Armadas por desprenderse del mando de las fuerzas pesadas. Para él, la nueva posición del cuartel general en el rompecabezas del Ejército de Tierra constituye una oportunidad, porque no hay que olvidar que todas esas unidades de despliegue rápido son numerosas en efectivos y también en recursos materiales, además de constituir la fuerza de vanguardia en maniobras, misiones o conflictos, de manera que su entrenamiento y dirección resultan esenciales en la nueva estructura del Ejército. Además, Burgos no perderá fuerza entre las plazas militares españolas, la ganará con el tiempo pese a los reveses de los últimos años con el traslado de varias unidades.

Merecido descanso por tanto para Antonio Ruiz Olmos, que también ha ostentado el cargo de comandante militar de Burgos, Soria y Cantabria. Este viernes se organizó un acto en el acuartelamiento Diego Porcelos -en el salón Academia de Ingenieros- en el que el general renovó su compromiso con España y su lealtad al Rey, depositando un beso sobre la enseña nacional después de una vida de servicio al Ejército.

Dilatada carrera. Su carrera ha sido dilatada desde que ingresara en la Academia General Militar con la trigésimo octava promoción, de la que salió como teniente con destino al Regimiento de Infantería Mecanizado La Reina 2, cuyo estandarte presidió este viernes el acto de despedida en Burgos. Después recaló en las unidades de infantería ligera de Tenerife, Infantería aerotransportable en Pontevedra, nuevamente en el Regimiento de Infantería Mecanizado La Reina, y de Cuartel General, en Córdoba, puesto desde el que desarrolló la misión de Unprofor en 1994, con la Agrupación Córdoba en Bosnia-Herzegovina. Tras su ascenso a comandante fue destinado al Cuartel General del Mando Regional Sur, en Sevilla, tras lo cual ocupó diferentes puestos en Estados Mayores: la Brigada Guzmán el Bueno X, como jefe de Operaciones y, ascendido a teniente coronel, en el Estado Mayor del Ejército, en la Sección de Planes y Organización.

Ejerció el mando de batallón al frente del Grupo Logístico de la Brigada Mecanizada Extremadura XI, en Badajoz, con el que participó en la misión de Unifil, al mando de la Unidad de Servicios de la Base Miguel de Cervantes, en Líbano. Finalizado el periodo de mando de teniente coronel es destinado nuevamente al Estado Mayor del Ejército, a la Sección de Planes y Organización, en el que participó en la misión de ISAF como jefe de Planes de Operaciones del Cuartel General del Mando Regional Noroeste, en Herat (Afganistán). Ascendido a coronel se le asignó el mando del Estado Mayor de las Fuerzas Pesadas en Burgos, en el que permaneció hasta su destino al Cuartel General de la Fuerza Terrestre, en Sevilla, desde el que es designado como jefe de la Brigada Guzmán el Bueno X. Durante este mando es ascendido al empleo de general para comandar esa misma brigada. Durante dicho mandato estuvo al frente de la Brigada Multinacional Este de Unifil (LH XXII), en Líbano.

En marzo de 2017 ascendió a general de División, tras lo que fue destinado al Cuartel General de la Fuerza Terrestre del Ejército de Tierra, como adjunto al Teniente General Jefe. Después llegó a Burgos como jefe de la San Marcial. Está en posesión de diferentes condecoraciones, entre las que cabe citar la Gran Cruz de San Hermenegildo y la Gran Cruz del Mérito Militar, así como la Medalla al Mérito Policial y de la Guardia Civil.