Mayo de 1948 - Un cadáver en 'La Canal'

R.B.
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Pocos sucesos han quedado tan nítidamente grabados en nuestra memoria histórica como este. La turbia empresa de codicia, celos y amor a tres bandas que escondía este crimen estremeció a los burgaleses e inspiró la película 'Amantes' de Vicente Aranda

Agentes de la Policía conducen al asesino confeso, José García San Juan, seguidos por un muchedumbre que no para de increparle. - Foto: Fede

VÍCTIMA: Dominga del Pino Rodríguez, de 30 años y natural de Santa Olalla (Toledo).

LOS AUTORES: José García San Juan, de 24 años, autor material, y Francisca Sánchez Morales, de 45, complice e inductora.

MÓVIL: El robo, ya que Dominga había ganado 19.000 pesetas a la Lotería.

Sebastián Abajo, un labriego que acudía a cultivar sus tierras en la zona de ‘La Canal’, fue el primero en recelar de aquel bulto negro que asomaba entre un campo de trigo y el arroyo. Al acercarse al lugar comprobó que lo que parecía un objeto era en realidad una persona a la que trató de despertar creyéndola dormida. Todos sus intentos fueron baldíos, ya que bajo aquel abrigo azul se escondía el cadáver de una mujer. Repuesto del susto, Sebastián acudió presuroso a la Comisaría de Policía para denunciar el macabro hallazgo, abriendo al mismo tiempo una de las páginas más conocidas en la crónica negra burgalesa.

La ciudad propagó prontola noticia. Cada burgalés fue el corresponsal que se encargó de trasmitir a sus vecinos, un suceso del que se conocían muy pocos datos. Se sabía que el cuerpo encontrado correspondía al de una mujer «de unos 30 años, de pelo castaño y con el incisivo lateral de oro» y que presentaba un profundo corte en el cuello. Junto al cadáver aparecieron una navaja barbera, una botella de anís, restos de periódicos y un trozo de pan. Estos pocos datos fueron suficientes para espolear el interés y las cábalas de los ciudadanos.

La ausencia de documentación alguna que arrojara luz sobre la identidad de la fallecida provocó que cientos de burgaleses desfilaran por el depósito de cadáveres para dar alguna pista sobre su filiación. Allí también se vivieron algunas escenas esperpénticas, como cuando una docena de empleadas de la empresa Mafitex aseguraron reconocer en la víctima a una antigua compañera, de nombre Teresa, que había abandonado la fábrica para contraer matrimonio. La sorpresa se la llevaron los agentes, cuando fueron a casa de su marido a dar la noticia y vieron que les abría la puerta la tal Teresa.

Durante tres días el misterio continuó en aumento y, con él, el miedo de muchas jóvenes, que al no saber nada ni del autor ni del móvil del crimen se veían como posibles víctimas de algún desalmado que aún andaba suelto. Todos los temores desaparecieron el día 20 de mayo, cuando la Policía detuvo enValladolid a José García San Juan, de 24 años, y Francisca Sánchez Morales, de 45. El primero confesó haber matado a Dominga del Pino Rodríguez, abandonándola en una huerta de la calle Calzadas. La segunda se declaró cómplice e instigadora del asesinato, en una historia de amor, celos y codicia quemuchos años despuésVicente Aranda trasladaría a la gran pantalla en su película ‘Amantes’.

El «hábil y minucioso» interrogatorio al que el comisario sometió a los detenidos permitió esclarecer el caso hasta sus más mínimos detalles. Se supo así que la víctima mantenía con su asesino una relación sentimental, y había venido a la capital burgalesa engañada por éste bajo el pretexto de coger en arriendo un bar con el que labrarse un futuro. Este traspaso iba a ser el destino para las 19.000 pesetas que la incauta mujer había logrado como premio en la Lotería Nacional y que no le dio tiempo a disfrutar.

La pareja se alojó en la‘Pensión Riojana’ de la Plaza de Vega y comió en ‘Casa David’. Allí fue donde la joven Dominga del Pino recogió el pedazo de pan que luego se encontraría en el lugar del crimen. Llegada la tarde, y con la excusa de ir a merendar, ambos parten hacia el final de la calle Calzadas, en las cercanías de la fábrica de luz‘El Porvenir’ . El asesino conocía la capital burgalesa, y este lugar en concreto, de frecuentes visitas a la ciudad, tanto en su etapa de soldado como cuando fue asistente de un afamado jinete que acudía a Burgos a participar en pruebas hípicas.

Los novios permanecieron en aquel paraje durante buena parte de la tarde hasta que, poco después de anochecer, José García abrió con la mano derecha la navaja barbera que había comprado horas antes y de un certero tajo le cortó la yugular.

Minutos después, el autor y su cómplice, que también había viajado a la capital burgalesa, huyeron a Valladolid. Volverían a Burgos días más tarde, pero esta vez esposados y dispuestos para ser entregados a la Justicia. El mismo día que llegaron, una muchedumbre acudió a la estación para recibirles con una salva de improperios. Allí se encontraba también el cronista de DB, quien describió a a Francisca, alias ‘la Molinera’, como una mujer «de mediana edad, castaña y aspecto nada atrayente».

El juez ordenó la reconstrucción del crimen, que se celebró el día 22 de mayo entre una gran expectación. En el mismo lugar de los hechos, el asesino describió con pelos y señales cómo cometió su crimen y cómo los posteriores remordimientos hicieron mella en sus rodillas hasta el punto de casi tirarle al suelo, la primera vez a 20 metros de donde mató a su novia y la segunda en la calle Briviesca. Fueron sus últimas palabras antes de ir a la cárcel, de la que salió al igual que su compañera, ya que les fue comnutada la pena de muerte.

*Este artículo fue publicado en la edición impresa el 4 de enero de 2004