Fomento no ha gastado este año ni un tercio de los más de 30 millones presupuestados directamente por el Ministerio para invertir en carreteras de la provincia y proyectos limítrofes. Aunque ha adjudicado tres grandes contratos por un valor total cercano a los 13 millones de euros y tiene ‘teóricamente’ en marcha dos tramos de autovía de gran entidad, el grado de ejecución de los planes que realizó el Gobierno de Mariano Rajoy se queda en una cifra ínfima.
El caso más sangrante es el de la rehabilitación integral del firme en la ronda norte y la A-1, en el entorno de Villímar y Villafría.Desde hace años se reproducen los baches y los parcheos han sido insuficientes, por lo que urge un asfalto nuevo. La obra está adjudicada desde septiembre a Acciona, por 3,936 millones (1 este año) y un plazo de ejecución de 28 meses.Inexplicablemente, no ha comenzado, cuando lo difícil parecía decidirse entre las 81 ofertas presentadas.
Meses antes, en mayo, los técnicos del Ministerio eligieron a OHL para acometer la mejora de la Nacional I entre Rubena y Fresno de Rodilla por 8,17 millones (1,29 para este año), que permitirá eliminar los cruces de Atapuerca yQuintanapalla. Tampoco se ha puesto ni el cartel, aunque con una AP-1 libre su urgencia está cuestionada.
Sí ha comenzado la instalación de la pasarela peatonal del Crucero, con un ritmo que invita a pensar que no se cumplirán los 4 meses dados a Viales y Obras Públicas para invertir esos 554.000 euros (411.450 este año). La empresa es la misma que tantos quebraderos de cabeza dio al Ayuntamiento de Burgos con la reforma de la enfermería del Coliseum.
EL LARGO CAMINO A AGUILAR. Las obras de la autovía a Aguilar de Campoo fueron el ‘producto estrella’ que el Gobierno de Mariano Rajoy vendió en sus cuentas de 2018. Nada menos que 24 millones de euros iban a inyectarse en los 5 tramos pendientes entre Burgos y Palencia (el sexto se abrió hace ya 5 años, desde la circunvalación hasta Quintanaortuño). El ministro Íñigo de la Serna se había comprometido a reanudar en el primer semestre de 2017 las obras de los dos últimos tramos, pero solo consiguió poner en marcha uno, el adjudicado a Ferrovial entre Pedrosa de Valdelucio y Báscones de Valdivia. En las cuentas de este año había reservados 11,8 millones para él pero con lo ejecutado sobre el terreno se puede aventurar que no se llegará a certificar obra por ese importe.
Tampoco hay prisa, puesto que en el caso de concluir la obra en plazo se quedaría aislada en mitad de la nada, ya que los 8,28 millones reservados para los últimos kilómetros de la autovía no se han gastado, tampoco los 6 de 2017, porque la empresa que se iba a hacer cargo -superviviente de la UTE adjudicataria en 2009, antes del tijeretazo del Gobierno socialista- renunció a primeros de año, obligando al Ministerio a actualizar el proyecto constructivo antes de volver a licitarlo.Pero ni este ni los otros 3 tramos, entre Quintanaortuño y Pedrosa de Valdelucio, han salido a concurso. Otros 3 millones que se han quedado en el papel.De hecho, el Gobierno central aún no ha decidido cómo afrontará esta inversión, si con un plan de colaboración público-privada como el PIC que no llegó a poner en marcha el PP, o con otras fórmulas. En cualquier caso, tal y como avanzó el subdelegado del Gobierno en su primera entrevista con este periódico, será muy difícil que haya obras antes de 2020.
Las previsiones de Fomento para la A-12 fueron incluso más optimistas. 3 millones reservados para dos tramos que ni siquiera han salido a licitación, de Ibeas a Villamayor del Río, y casi 900.000 euros para la dirección de los 4 kilómetros iniciales. Estos se adjudicaron en septiembre de 2016 por 45 millones con cargo a los presupuestos de la sociedad estatal Seittsa, no a los del Ministerio, aunque no ha habido grados desembolsos pues permanece paralizada mientras la UTE Joca-Ocide negocia un modificado.La solución parece estar cerca, aunque será ya para 2019.