No hay calor a la intemperie

A.S.R
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Cáritas orquesta una campaña de sensibilización y visibilización de las personas que viven en la calle con 16 retratos fotográficos gigantes de David Palacín colgados en sendos edificios de la ciudad

Esta mirada fija sorprende a quienes pasean al lado de la iglesia de La Merced. - Foto: Jesús J. Matías

No sabe su nombre y desconoce las circunstancias que le han llevado a ocupar uno de los ábsides exteriores de la iglesia de San Gil, pero el reloj está a punto de dar la una del mediodía y detiene su paso para mirar los ojos que la observan desde esa fotografía gigante con la que se ha topado en el paseo habitual con su perro. El señor que espera el autobús en la calle Valladolid también se pregunta quién es el joven que lo mira fijamente desde los sillares de La Merced. Su tez negra le descarta del elenco de la serie El Cid que copa la ciudad. Con la misma curiosidad se queda mirando una señora el rostro colgado a la entrada de la casa de acogida de San Vicente de Paúl, junto al CAB, pero apenas repara en los muchos que como él salen a esa hora de ese comedor social. Sensibilizar sobre la realidad de las personas sin hogar es la misión de Patio de vecindad, una exposición de 16 retratos fotográficos realizados por David Palacín orquestada por Cáritas Diocesana.  

«La idea es visibilizar la situación de estas personas; muchas veces la tenemos olvidada y, aunque la veamos a nuestro alrededor, no nos fijamos», destaca David Alonso, educador social de la organización católica, que ve esta exhibición en la calle como una «impactante» llamada de atención.

Basta un rápido vistazo para palpar que llamar la atención, la llama. «Al final, las problemáticas si no nos entran por los ojos no las cuestionamos; pasamos de largo cuando vemos a estas personas en las calles, en los cajeros o debajo del puente porque ya es una estampa tan habitual que no nos sobresalta», agrega. 

Tira del título de esta exposición al aire libre, Patio de vecindad, que escogió Palacín a partir de un verso de Miguel Hernández (Patio de vecindad que nadie alquila / igual que un pueblo de paneles secos...), para enfatizar que estos ciudadanos «son vecinos de la ciudad, gente que convive con nosotros, está aquí y no está tan distante a nuestra realidad».   

En esta idea abunda el fotógrafo, que, marca de la casa, carga la expresividad de estos rostros en la mirada. Unos ojos que lo dicen todo. Y que se quedan clavados en el espectador. Desafío: mantener la mirada de esos rostros que se asoman en lienzos de 3x4 metros. Vidas que emergen sobre un fondo oscuro que enfatiza unas emociones que, quizás a partir de ahora, alguien se detenga a conocer. 

David Palacín agradece la generosidad de las 16 personas que prestaron su imagen, que abrieron su alma, «para concienciar a la sociedad de que tenemos que empezar a mirar con los mismos ojos a todo ser humano. Todos tenemos derecho a una vivienda digna y en esta época se hace más necesario que nunca. Aquí al lado, en nuestro patio de vecindad, hay gente que lo tiene más jodido que nosotros». 

David Alonso espera que, como apunta el subtítulo de la muestra, De la calle al corazón, estos retratos golpeen a los viandantes y sean conscientes de «una problemática que, por desgracia, no para y que puede ir en aumento con esta crisis económica que se avecina después de esta pandemia». 

Una problemática que tiene detrás a personas, con sus pesares y sus sueños, a las que los retratos de David Palacín devuelven una dignidad que no siempre se respeta día a día. Ahora se los ve más que nunca. Son los protagonistas y guían un paseo navideño por esa calle que siempre es fría.