Ni delantales ni escudos en los ropajes

P.C.P.
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Renuevan una veintena de trajes de la Batalla de Atapuerca gracias a un taller de vestimenta del siglo XI asesorado por Alinna Historical

Isabel Torrientes muestra las ropas que se han confeccionado en el taller de vestimenta, con el asesoramiento de Alinna Historical, y los diferentes usos. - Foto: Patricia

«La toca como si la estuviera cuidando», comenta divertido Ignacio Martínez, mientras IsabelTorrientes retoca el velo que cubre la cabeza de una maniquí, la única que lleva vestimenta femenina en todo el Centro de Participación Turística. Está como niña con zapatos nuevos con la ropa recién salida de los talleres de vestimenta del siglo XI, que han desarrollado asesorados por la firma vallisoletana Alinna Historical, especialista en recrear vestuario de época.

«En aquella época no existía aún el delantal, llevaba un trozo de tela y un lazo», que usa a modo de mandil, para cargar ramas, piñas secas o cualquier fruto recolectado en el campo. El vestido está confeccionado en lana toscamente tejida y teñida en tonos tierra, ya que otros colores más vivos como el rojo o el azul intenso estaban reservados a los nobles. El bajo vestido de lino, aún más simple, sirve para descansar sin pasar tanto calor, a cubierto de indiscretas miradas. El largo de mangas y telas cubre el cuerpo, al igual que el velo o toca la cabeza.

Así queda el primero de los trajes femeninos que se renuevan para la Batalla de Atapuerca, con el objetivo de ser cada vez más fieles al momento histórico. El resto se corresponden a soldados, de los que se eliminan los adornos, una casaca y un pantalón de lino en colores diversos. «En aquella época no se llevaban escudos, ni estandartes en los ropajes. Toda esa heráldica es muy posterior», detalla Ignacio Martínez, que recalca la labor de investigación que realizan.

«Tenemos que renovar unos 200 trajes, hemos empezado por 20. Hemos hechos unos talleres y este mes colgaremos unos vídeos en el canal de YouTube para explicar cómo era la vestimenta del sigloXI: los colores, las formas, los largos, el porqué de una ropa y un color...», detalla Torrientes. A partir de ahí, los figurantes pueden solicitar los patrones y confeccionarse su propia indumentaria. Son conscientes de que habrá unos años en los que, durante la representación, los ropajes del siglo XI convivirán con otros anacrónicos, hasta llegar un día a vestir cotas de malla. No tienen prisa. La historia les espera.