En lo que a representantes políticos se refiere, al parecer, el modelo que triunfa en estos tiempos es el del hombre o mujer prepotente, que saca pecho, que niega la evidencia si le conviene y al que no le duelen prendas en mentir, retorcer la verdad o prometer en campaña aquello que sabe de antemano que no va a cumplir porque la experiencia le demuestra que nada de ello le acaba pasando factura. Así de desmemoriados somos los ciudadanos.
En este contexto es difícil que no salga trasquilado un ministro como Alberto Garzón que, tendrá sus cosas, pero ya antes de ocupar ministerio se caracterizaba por ser un hombre pausado, discreto, educado y amante de llamar a las cosas por su nombre. Y ya se sabe que este tipo de personas suelen convertirse en el blanco de los ataques de los que son de otra manera. No sólo ocurre en la política, también en la escuela y en otros ámbitos de la vida.
El ministro ha declarado a un medio inglés que el modelo de macrogranjas para la cría de ganado es medioambientalmente insostenible, que contamina el agua y el suelo y que produce carne de mala calidad. Una obviedad para cualquiera con dos dedos de frente, aunque no esté preocupado por la salud del planeta. Lo mismo que es evidente que el consumo excesivo de carne y de azúcar son malos para la salud, lo dicen todos los médicos del mundo y la OMS. En los dos primeros casos, la lectura fue que el ministro quería prohibir el consumo carne y acabar con el sector remolachero en Castilla y León y, en esta última ocasión, la oposición y sus ganaderos afines entienden que lo que Garzón afirma es que nuestro país exporta carne de mala calidad, perjudicando así al sector en su venta de carne al exterior. Si es que ya lo decía el Informe Pisa, la comprensión lectora es una asignatura pendiente en el sistema educativo español.
De esta manera, la cabaña ganadera de nuestra Comunidad ha tomado el protagonismo de la campaña electoral. Incursiones de políticos en mocasín con fondo de vaca, el cerdo luce menos, que antes defendían el modelo extensivo y ahora reniegan de la palabra 'macrogranja' y que, aprovechando la ocasión, mencionan de pasada que están deseando reabrir los consultorios médicos en las zonas rurales. A mí que me expliquen quién se lo ha prohibido hasta ahora.