Censura burlada

ALMUDENA SANZ
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Andrea Keynox participa en una colectiva de fotografía en Barcelona que se rebela contra el veto de Instagram a imágenes en las que aparecen desnudos u otros 'temas inapropiados'

Andrea Keynox posa junto a su cámara y una de las fotografías que no pasaron el filtro de Instagram y ahora se muestra en una exposición en Barcelona. - Foto: Jesús J. Matí­as

El desnudo ha seducido al arte desde sus inicios. El cuerpo humano sin ropajes protagoniza grandes obras de la historia. Y, por eso, resulta chocante cuanto menos que en pleno siglo XXI escandalice la fotografía con fin creativo de un pecho. Pero sucede. Ocurre en un espacio tan abierto como las redes sociales. Instagram acostumbra a borrar estos contenidos sin detenerse en el motivo y las circunstancias que los rodean. No atiende a razones. Solo ve. Y dicta sentencia. Andrea Keynox, alumna de Fotografía de la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Burgos, se encuentra entre sus víctimas. Obras suyas desaparecieron de su perfil sin previo aviso. Por eso levantó la mano cuando @mela_putosuda, otra usuaria de esta red, pidió la participación de damnificadas en una muestra colectiva.

El arte oprimido es ‘femenino’, que es itinerante, se autodefine como ‘la exposición con más de 50 mujeres y disidencias artistas que Instagram no quiere que veas’. Inició su camino en la Casa Sagnier de Barcelona el pasado marzo y ahora, hasta el 8 de diciembre, ocupa la sala Can Rajoler de Parets del Vallés. Madrid es la próxima parada y Burgos está en la lista.

«Nació en 2019 por los cambios en la política de Instagram. Empezó a ser más exigente con los contenidos y a un montón de chicas que hablan sobre temas tabú, como pechos femeninos, sexo y sexualidad y otros, nos dimos cuenta de que nos baneaban. Nos censuraron y silenciaron», explica la fotógrafa burgalesa al tiempo que advierte absurda esta reacción «cuando lo nuestro es algo natural, que hacemos con normalidad, pero luego te encuentras con cuentas en las que aparece maltrato animal o pornografía y no lo borran».

Andrea Keynox, en el DNI Andrea Andrés Gómez, interviene en la muestra con tres fotografías que no pasaron este filtro. Reconoce que últimamente se ha cortado a la hora de colgar imágenes susceptibles de corte porque ya ha recibido varios avisos de eliminación de la cuenta. La joven creadora está empezando y teme perder ese espacio, que se antoja como un relevante vehículo para darse a conocer. «Es donde subo mi trabajo, donde sé que me sigue la gente y voy con cuidado. Llevo un tiempo desaparecida», anota sabedora del doble filo por el que se mueve quien entra al juego de las redes sociales. Ha conocido su lado oscuro. «He sufrido bastante acoso. Cada dos por tres recibo mensajes de hombres que se creen con derecho a opinar y decirme cualquier guarrada por las fotos que subo. Que yo las hago para mí, porque me gustan y me expreso así, pero ni pretendo provocar ni tienen connotaciones sexuales», defiende y confiesa que el principio sí la hicieron «sentir débil, pequeña, desprotegida», pero ahora ha aprendido «a hacer lo que me da la gana y lo que quiero». 

Y lo que quiere es mostrar su fotografía. En internet y en las salas. Su primera exposición en Burgos fue hace un año en El Huerto de Roque y está a la espera de que se reanude la actividad en la Sala Código UBU, parada desde el inicio de la pandemia, donde tenía programada otra sobre cambio climático. Llegará.