El miedo a usar la tarjeta mantiene vacío el contenedor marrón

F. TRESPADERNE
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Aunque el objetivo son 8.000 toneladas anuales de biorresiduos, desde el Consorcio indican que lograr 500 este año y 2.000 en 2024 «sería un éxito». Los alcaldes aseguran que el proceso «va muy lento»

Muchos usuarios recelan del uso que se pueden hacer de los datos (frecuencia en tirar la basura y kilos) que registra el microchip de la tarjeta que hay que usar obligatoriamente para abrir el depósito. - Foto: f2estudio

Adaptarse a nuevos hábitos lleva su tiempo y en ocasiones los requisitos no ayudan a que el proceso sea fácil. Esto es lo que está ocurriendo con la implantación del quinto contenedor, el marrón, en la provincia, donde ya se han repartido más de 1.100, quedando pendientes otros 300. La utilización no está siendo ni mucho menos la esperada y desde el Consorcio Provincial de Tratamiento de Residuos Urbanos, así como de los ayuntamientos, reconocen que la utilización de estos depósitos de biorresiduos «será lenta y progresiva».

El argumento para justificar la baja utilización de estos contenedores, comenzaron a distribuirse en el pasado mes de enero y todavía se sigue haciendo, es que en su día también costó habituar a los consumidores a utilizar los contenedores de papel, plástico o vidrio, «pero ahora todo el mundo lo tiene asumido y lo hace», aseguran desde el Consorcio, a la vez insisten en que el proceso para implantar este quinto contenedor se está haciendo como estaba programado y que en las próximas semanas se generalizará la recogida de biorresiduos «porque hasta ahora estamos haciendo todo tipo de pruebas».

Aún sin depósitos. Las localidades que todavía no cuenta con este contenedor, afirma desde el Consorcio, «es porque sus ayuntamientos se han retrasado en la entrega de las bases de datos requeridas para poder imprimir las tarjetas de apertura de los mismos». Se trata de los municipios de Medina de Pomar, Pradoluengo, Cerezo de Río Tirón, Fuentespina, Melgar, Palacios de la Sierra, Torresandino y Castrojeriz. 

Hasta la fecha, afirman desde el Consorcio, se han repartido en el conjunto de la provincia un total de 16.000 tarjetas de apertura y en breve, matizan, «se va a proceder al reparto de otras 20. 000 tarjetas, en los meses de junio y julio», aprovechando el regreso en esas fechas de muchos vecinos a los pueblos, así como familias de veraneantes que también podrán solicitarla.

Aunque son ya 1.100 los contenedores instalados y 16.000 las tarjetas repartidas, lo cierto es que todavía no hay una cifra 'oficial' sobre el volumen de biorresiduos que se han depositado en ellos desde que en el pasado mes de enero se colocaron los primeros por la zona de la Sierra de la Demanda. «No hay suficientes datos de cantidades recogidas para hacernos una idea de su evolución», afirman desde el Consorcio, e insisten en la «necesidad» de continuar trabajando para sensibilizar a los vecinos sobre los beneficios de este contenedor. 

Cuando esté completamente implantado este contenedor se llevará a más de 60.000 habitantes, «lo que supondrá un potencial de biorresiduos de 8.000 toneladas al año», aseguran desde el Consorcio, a la vez que reconoce que, lógicamente, esa cantidad «se alcanzará de forma progresiva». Este organismo provincial, que ha invertido en el contenedor marrón y su recogida 1,7 millones de euros, espera alcanzar en este primer año unas 500 toneladas y 2.000 el año que viene, «lo que sería un éxito rotundo de colaboración ciudadana», afirman. 

Por lo que respecta al bajo uso durante estos primeros meses, en los que todavía no se ha generalizado la recogida porque no hay residuos en los contenedores, reconocen que tal vez las campañas que se ha hecho no han llegado a los potenciales usuarios y que los dípticos que se han repartido no son suficientes por lo que no descartan «volver a realizar campañas informativas por toda la provincia, intentando llegar a todo los pueblos» para sensibilizar a la población sobre los muchos beneficios medioambientales que tiene reciclar este tipo de residuos.

Descuentos y recelo. Aunque hay consumidores sensibilizados con el reciclaje, desde el Consorcio se muestran confiados en que la utilización de la tarjeta y del contenedor marrón experimentará un incremento «sustancial» cuando se implanten los descuentos previstos en los recibos de basuras por el uso de la tarjeta, uso que quedará reflejado en un sistema informático y que permitirá aplicar esos beneficios fiscales.

Es precisamente el uso de esos datos 'personales' los que está provocando en muchos usuarios un rechazo, ya que consideran que se está recopilando información sobre la frecuencia con la que tiran la basura, la cantidad y qué es lo que depositan en el contenedor marrón. Esta es una de las 'justificaciones' generalizadas que esgrimen algunos vecinos ante los alcaldes para no utilizar el contenedor marrón. «La gente se pregunta por qué tienen que utilizar la tarjeta cuando para el resto de contenedores no se necesita y dicen que de alguna manera se sienten controlados», asegura Francisco Javier Mateo, alcalde de Hontoria del Pinar, quien recuerda que en el municipio (Hontoria, La Aldea y Navas) han colocado 14 contenedores y repartido 250 tarjetas.

Mateo considera que empezar imponiendo el uso de una tarjeta «tal vez no ha sido lo mejor para comenzar a utilizar el contenedor marrón» y considera que hubiera sido mejor, «hasta que la gente se acostumbrara, dejar que se pudiera utilizar sin tarjeta», e insiste en que si se quiere implantar el contenedor y que la gente lo utilice «debe ser libre el uso, sin tarjeta, por lo menos ahora al principio, ya que también hay vecinos que no tienen tarjeta». En este sentido, recuerda que en el municipio hay más de 400 referencias catastrales y se han repartido 250 tarjetas.

«La gente es muy reticente ante cualquier cosa nueva», afirma Fermín Tejada, alcalde de Quintanilla del Agua, quien al igual que Mateo insiste en que hay que esperar a ver los resultados «porque no se cambia de hábitos de un día para otro». En este municipio se han colocado seis contenedores y repartido 25 de las 117 tarjetas que les entregó el Consorcio. Tejada reconoce que «hay gente que era ecológica antes y lo sigue siendo... y la que no lo era tampoco lo es ahora», asevera, a la vez que manifiesta que los descuentos en los recibos de basuras «pueden servir para generalizar el uso de este contenedor».

Además del recelo a utilizar la tarjeta, para Tejada otra circunstancia que está contribuyendo a que no se utilice este depósito de biorresiduos es «que hay que tener cinco cubos en casa y que las bolsas para estos residuos cuestan dinero». En cualquier caso, este alcalde se muestra partidario de que desde el Consorcio hable con los ayuntamientos para adoptar medidas que contribuyen a utilizar este contenedor marrón. «En Burgos ciudad dieron un cubo y unas bolsitas, aquí no se ha hecho nada de eso», afirma Tejada, que reconoce que «no se han hecho campañas para impulsar el uso de este contenedor» y que «pronto para hacer un balance sobre el uso».

Desde el Consorcio, al que están llegando las quejas y sugerencias de los municipales, no dudan al afirmar que «tenemos que aprender, nosotros y los ciudadanos, porque los alcaldes están implicados y ponen más de lo que pueden... y una parte de los vecinos también» e insisten en que el utilizar una tarjeta «solo tiene como objetivo que esté cerrado y que no se depositen otras cosas que no sean biorresiduos, además de aplicar descuentos en el recibo en un futuro».