Creciendo en Merindades estrena sede y un piso de respiro

A.C.
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La Fundación que gestiona la Residencia de Nuestra Señora del Rosario ha cedido a la asociación el edificio del número 2 de la calle Mayor por 25 años

Creciendo en Merindades estrena sede y un piso de respiro

En 2017, la Asociación Creciendo en Merindades, centrada en niños y jóvenes con necesidades educativas especiales, atendía a 35 familias. Tres años después, ya son sesenta las que disfrutan de los servicios de este colectivo, que acaba de dar un gran paso hacia adelante, gracias al estreno de una nueva sede y una vivienda de respiro familiar. Ambas se encuentran en el edificio del número 2 de la calle Mayor de Medina de Pomar, cuyo uso y disfrute les ha cedido la fundación que gestiona la Residencia de Nuestra Señora del Rosario por un periodo de 25 años.

En estos tiempos difíciles, donde los grupos han de ser extremadamente reducidos y las distancias, lo mayores posibles, la nueva sede, con 145 metros cuadrados en planta baja está permitiendo a Creciendo Merindades poder realizar actividades hasta con tres grupos simultáneamente, lo que hubiera sido imposible en su antiguo local, ubicado junto a la estación de autobuses. En la calle Mayor reciben la atención de un fisioterapeuta, de un terapeuta ocupacional, apoyo escolar, acuden a talleres de ocio y tiempo libre y disfrutan de otras propuestas que buscan mejorar la calidad de vida tanto de estos niños y jóvenes con trastornos del espectro autista, TDHA o síndromes de Angelman, X Frágil o Down, como de sus familias.

La asociación ya ha realizado algunas adaptaciones para hacer el local más accesible y ha creado una zona de recepción con sala de espera. La junta de patronos de la fundación "no tuvo ninguna duda a la hora de firmar el convenio con Creciendo en Merindades y lo acogió con mucho entusiasmo", como señala su presidente, Juan Esteban Ruiz Cuenca. Ambas entidades llevaban dos años trabajando sobre el proyecto, ‘Tercera Edad y discapacidad’ y el convenio suscrito a finales de verano para hacer posible el traslado al edificio este otoño ha sido uno de sus primeros pasos. En el marco de esta colaboración, el pasado septiembre, adolescentes y jóvenes de Creciendo en Merindades comenzaron a participar un día a la semana en actividades de animación y estimulación de los mayores de la residencia medinesa. Pero la llegada de la pandemia en marzo obligó a suspenderlo.

Mientras regresan, la asociación ya puede contar también con una vivienda de otros 145 metros en la primera planta del edificio de la nueva sede. Los usuarios de Creciendo en Merindades ya han comenzado a familiarizarse con un espacio en el que avanzan en la iniciación a la vida adulta. Allí aprenden a cocinar, planchar, planificar las tareas del hogar y realizarlas con el fin de ir ganando autonomía.

su segunda casa. Pero además, esta vivienda permitirá a los padres darse un respiro o contar con un recurso en caso de urgencia. Los niños y jóvenes conocen a los profesionales y voluntarios que allí les atienden. Si sus padres necesitaran dejarlos una noche en su compañía estarían como en su casa. Desde la directiva de la asociación, que preside Ana Díaz, explican como "no puedes recurrir a cualquiera para dejar a tu hijo, en caso de necesidad". "Preferimos que el niño tenga un sentido de pertenencia a la vivienda y venga a su segunda casa", añaden. Así pues, el piso va a dar mucha tranquilidad a los padres. Ya han comenzado a realizar reformas en la casa, que continuarán en próximos años para instalar nuevo sistema de calefacción, un ascensor o nuevas ventanas. Para sufragar este proyecto "a largo plazo", la asociación cuenta con el apoyo de Caixabank y espera respuesta de la Diputación y la Junta.