Espejos de reflejada luz

*ROBERTO RODRÍGUEZ
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Gran ovación para una doble sesión de fuegos artificiales 'Luz Neta', paralela, simultánea, con exclusividad de autor, disparada desde el Parque de San Isidro y la Pista del Silo durante 15 minutos

Los fuegos de San Isidro vistos desde el Castillo. - Foto: Valdivielso

En torno a los años 2000 y 2001 la ciudad de Burgos celebró la entrada del siglo XXI en Nochevieja con fuegos artificiales profesionales, bien a modo de fases de sesión distribuidas por la capital, bien a modo de completas y simultáneas en otras ocasiones. Observadas por el respetable desde ‘las butacas del Castillo’ o próximos a cada ubicación, la ciudad supuso un escenario variopinto de fuegos artificiales según el punto de vista del espectador. Anoche, veintiún años después, en víspera del día grande de San Pedro y San Pablo ‘se repitió’ un elenco de similares características, propiciado por el cambio de la pandemia del siglo XXI.

El contratado y ejecutor fue Ricardo Caballer, que a mi parecer hoy es uno de los mejores pirotécnicos del mundo en producción de calidad, diseños exclusivos, exquisitos, aparejados quizás a mayores y merecidas propuestas económicas para según el tipo de evento a cada ocasión.

Con un coste de 58.000 euros brutos y unos 1.000 kg de materia neta, el de ayer ‘Luz Neta’, supuso un espectáculo de autor, sin huir del todo de su siempre quintaesencia y tan mediterránea genética ‘estilo Nit de Foc’. Con un sistema de calidad Pyrodigital, consolas-ordenadores, cableados e inflamadores conectados a estopines y retardos, a las 23.30 horas los fuegos actuaron en unidad de tiempo y acción sobre los escenarios del Silo y San Isidro.

El respetable pudo observar con distancia de seguridad y a la vez ‘con distancia de unidad’, luces de alta gama en colores puros, limpios y definidos que iluminaban y se reflejaban en las estrellas y cielos de la ciudad.

Predominaron las tres alturas a lo largo de la sesión, salvo en excepciones que construía dos pisos simultáneos, manteniendo los puntos o módulos de horizontalidad de fachada bastante diáfanos y espaciados.

El ritmo fue alto y frenético, así de constante durante la sesión hasta el final, respondiendo en ocasiones el respetable con aplausos que tenía contenidos hasta soltarlos entre fase y fase en muchos momentos de la sesión.

Las fases fueron mayoritariamente rematadas en arrebatos y en otras transitaba a cambios rápidos (...).

(Crónica completa, en la edición impresa de Diario de Burgos de este martes o aquí)